- Los circuitos neurológicos que utilizamos para procesar las segundas lenguas son los mismos que los que usamos para nuestra lengua materna.
- La misión de los lexicógrafos es decirnos qué palabras se usan, con qué sentido, en qué contextos y con qué consecuencias; nos alertan sobre si una palabra se considera actualmente vulgar o si se usa poco, o la usa solo un determinado sector de la población.
- Aunque la relación entre significante y significado sea arbitraria, a veces los sonidos que conforman una palabra tienen una carga especial, puede ser mágica o también convertirse en un tabú.
- En lo que respecta al cambio en las lenguas, tratar de dilucidar si el cambio es a mejor o no es en realidad una falacia: las transformaciones nunca afectan la estructura abstracta de las lenguas.
- De todos los elementos que componen la conversación que mantenemos a solas, el más importante es el que se refiere a la autoimagen personal.
- Hay dos tipos de lenguas muertas, aquellas que han dejado de usarse porque se transformaron en otra cosa y siguen vivas en sus lenguas descendientes y aquellas cuya muerte es una desgracia anunciada y de las que no queda nada.
- Un diagnóstico temprano que permita comenzar la terapia cuanto antes, cuando los síntomas cognitivos no son aún muy evidentes, es fundamental. Los textos de escritores que padecieron la enfermedad resultan muy útiles.
- La cortesía proporciona el marco de buenas relaciones con los otros. En Europa se usan dos estrategias básicas para lograrlo: la del distanciamiento y la del acercamiento.
- El aumento de las videollamadas durante el aislamiento es una buena oportunidad para recordar que en la comunicación, para hacerse entender, intervienen tanto el aparato fonador como los gestos o la expresión de la cara.