Los puntos sobre las íes

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Javier Pérez Andújar

Catalanes todos

Barcelona, Tusquets, 2014, 334 pp.

No se trata de una segunda edición al uso. Como señala Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besòs, 1965) en el prólogo, la obra Catalanes todos es la reescritura, porque “no hay frase que no haya crecido o no haya disminuido”, de una obra publicada por primera vez en 2002: Catalanes todos. Las 15 visitas de Franco a Cataluña.

Como en la primera edición, el libro aborda las visitas de Franco a Cataluña: la primera en el 21 de febrero de 1939, cuando la guerra “aún no había terminado, pues los madrileños aún resistían como podían el sitio de las tropas nacionales”, y la última en junio de 1970, para asistir a un partido de fútbol en el Camp Nou. Pero sobre todo subraya lo que fue el franquismo en Cataluña y la aquiescencia de aquellos catalanes, falangistas y/o franquistas, que supieron adaptarse a las mil maravillas a los tiempos de dictadura y también a los tiempos de después, gracias a la “admirable conversión de un notable segmento de esos en demócratas y catalanistas de toda la vida”, que se presentarán políticamente como artífices de la reconstrucción nacional en Cataluña.

Para dar fe de esas circunstancias que prefiere retratar en una novela, porque el género “habla con mayor profundidad de la realidad que el ensayo”, Pérez Andújar se basa en las crónicas barcelonesas de época de la revista ¡Hola!, así como en algún recorte, imprescindible, de La Vanguardia Española, periódico entonces subtitulado como “Diario al servicio de España y del Generalísimo Franco”.

La mayoría de los nombres y apellidos reseñados pueden rastrearse documentalmente, pero el motor dramático, las situaciones, el ambiente, los diálogos y los argumentos de Catalanes todos son completamente ficticios.

Trufan la novela nombres conocidos como los del escritor Eugeni d’Ors, “con sus uniformes de fontanería falangista”, y los de otros falangistas ilustres como Carlos Trías Bertrán, Ignacio Agustí, Luis de Caralt, José María Fontana Tarrats, Carlos Sentís o Martín de Riquer; como el de Miquel Mateu o Pla, alcalde y propietario del Diario de Barcelona y del castillo de Peralada, o como el de José María Milà Camps, conde de Montseny, o el de un jovencísimo Jorge Herralde, “un brillante pimpollo que frecuentaba el club [de Polo] acompañado de la guapa María Victoria Guitart”; como el del conde de Godó, “que se inclinaba para abrirle la puerta del coche” [a Franco], y el de José María de Porcioles Colomer, “que había estado en el 37 en Valladolid”. Y otros no conocidos, o inventados, como el de Santiago Salvatierra Masmolets, “uno de los peces gordos del Servicio de Información y Policía Militar” y “adscrito a las filas de don Juan de Borbón y Battenberg”. O el de Juanito Oliva Fabregat, un mutilado de guerra, que aparecerá sucesivamente como estanquero, mozo de cuadras del Club de Polo, guarda de los urinarios de la plaza Urquinaona y limpiabotas en las Ramblas, alguien que inaugura la novela como miembro del pelotón de fusilamiento en el capítulo “Cuando ruge la marabunta” y la termina como testigo de la manifestación de septiembre de 2013 y abuelo de un periodista que “se ha hecho independentista como todo el mundo que escribe ahora en Barcelona”.

Catalanes todos consta de treinta y siete capítulos en los que, tomando como referencia las crónicas de sociedad de ¡Hola!, Pérez Andújar aborda situaciones inventadas, aunque verosímiles, con un modo de hacer narrativo entre sarcástico y satírico: la entrada de las tropas de Franco en Barcelona, “una locura de vivas gritados por una ciudad de muertos de miedo, de muertos de hambre y de muertos de muerte en las trincheras y bajo los bombardeos del fascismo italiano”; la llegada al zoológico del elefante Perla, “un paquidermo nazi” procedente del zoo de Berlín; las andanzas de la compañía teatral de los Vieneses; una tarde de toros en el Ensanche porque “la España de la cruz y el estoque había calado hondo también en Barcelona”; la visita de Eva Duarte de Perón; la inauguración del nuevo estadio del Fútbol Club Barcelona; la celebración del XXXV Congreso Eucarístico Internacional; las inundaciones de 1962; el XXI Desfile de la Victoria; la diada del millón, en la que se inauguró “el idilio de la burguesía catalana con un nacionalismo hecho para satisfacer sus exclusivas necesidades”. Cada capítulo constituye una trama en sí mismo, pero todos sirven para comprender cómo los mismos franquistas catalanes se transformaron, pasito a pasito, en nacionalistas de pro tras pasar por “el lance de arrepentirse de todo lo hecho [para dar paso] al odio hacia la causa de tales remordimientos”.

La novela se complementa con una obra de teatro, un vodevil titulado La dimisión, que se adapta al formato llamado Estudio Uno, el tipo de teatro televisado que se llevaba en aquellos años. La obrita trata de la preparación del discurso de dimisión del presidente de Gobierno Adolfo Suárez para ser televisado, porque “con un golpe de pantalla se llega más lejos que con un golpe de Estado”. Y, como en la novela, Javier Pérez Andújar demuestra su más que notable maestría narrativa, tan eficaz como sintética, para resolver en pocas páginas –capítulos o escenas– aspectos que constituyeron la referencia social y política de aquella época.

Además de la reescritura de los capítulos, la reedición de 2014 presenta como novedad el nuevo capítulo “Encadenados a la vía”, ambientado en septiembre del 2013. En él, además de tratar la situación surrealista, un tanto descontextualizada, en que algunos de los personajes de la novela están a punto de ser criogenizados, se aborda la manifestación independentista de septiembre de 2013 y se sugieren ciertos puntos de contacto entre el lema del díptico de propaganda en que aparecía el presidente de la Generalitat Artur Mas, “La voluntat d’un poble”, y el título de la película de propaganda nazi El triunfo de la voluntad, de Leni Riefenstahl, sobre el desarrollo del congreso del Partido Nacionalsocialista en 1934 en Núremberg. Llama la atención la elipsis que hay entre los capítulos dedicados a la manifestación de 1977 y a la segunda victoria de Convergència i Unió en las elecciones a la Generalitat de 1984, y el añadido dedicado a la manifestación de 2013. Elipsis que, en caso de ser rellenada, daría lugar cuanto menos a otra novela que podría abordar los años de pujolismo, tan suculentos, o más, como fueron los del franquismo.

En un presente asediado por los fastos oficiales del tricentenario de los sucesos ocurridos en 1714 –la Guerra de Sucesión reinterpretada por el nacionalismo como “guerra de secesión”– y en plena efervescencia de la consulta oficiosa sobre la independencia o secesión de Cataluña del resto de España, una obra como Catalanes todos puede resultar incómoda para muchos de quienes se llenan los labios de verborrea nacionalista o independentista. Catalanes todos viene a poner los puntos sobre las íes y a cuestionar la historia oficial del catalanismo, señalando verdades tan simples y terribles como que “muchos catalanes llevaron al paredón a otros muchos catalanes y persiguieron enconadamente […] el uso público de su propia lengua” y que “durante los cuarenta años de dictadura franquista, permaneció en Cataluña un grupo social que vivió a cuerpo de rey (o de general)”. Y lo mejor de todo es que lo hace a sarcasmo limpio. ~

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(Barcelona, 1969) es escritora. En 2011 publicó Enterrado mi corazón (Betania).


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