La intuicionista, de Colson Whitehead

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El mundo desde un ascensor
Colson Whitehead, La intuicionista, Mondadori, Barcelona, 2000, 273 pp.Dividido entre las autocelebraciones editoriales y su conservadora brújula innata, el lector promedio no parece demostrar mucho interés por un debut literario. Los críticos tampoco se lo toman demasiado en serio: un autor-promesa es casi siempre un futuro malogrado. La intuicionista de Colson Whitehead (Nueva York, 1969) merece convertirse en una excepción de ambas reglas, aunque sólo sea porque su originalidad anuncia la de una nueva narrativa norteamericana, algo hastiada de sus founding fathers pero capaz aún de dedicarles un guiño nostálgico.
     El tema de esta novela es la verticalidad, arquitectónica y social, y suescenario, por supuesto, Nueva York. Si hasta aquí no hay nada que lo decida a preferir el libro de Whitehead a otro de sus parientes mayores, Pynchon oVonnegut… abra la primera página, lea la primera línea y encontrará la palabra mágica: "ascensor".
     La intuicionista es una novela sobre ascensores, esa expresión tecnológica de la verticalidad convertida en núcleo de un solipsismo que tiene como protagonista a Lila Mae Watson, la primera inspectora negra en el Departamento de Inspectores de Ascensores de la gran metrópoli. Lila Mae no es bien vista en el Departamento: sus colegas están celosos de suinteligencia y de su impecable currículum. Por eso, cuando una de las cajas que recién ha inspeccionado Lila Mae seprecipita en una controversial caída libre todo parece augurar que su destino laboral seguirá la misma trayectoria. Sólo nos falta un dato para cerrar el círculo: Lila Mae es intuicionista y su imbatible índice de precisión en inspecciones lo debe a esa extraña filosofía, opuesta a la de los mayoritarios empiristas, que prefieren revisar concienzudamente los mecanismos y las instrucciones del manual.Para colmo, es año de elecciones en el gremio, y los empiristas disponen por fin de una prueba para desprestigiar a sus adversarios.
     Todo el asunto tiene la apariencia de un complot político y Lila Mae tendrá que atravesar unas peripecias que a veces rondan los clichés de la pulp fiction: policías, mafiosos, sobornos, dobles agentes… Pero el thriller es sólo un pretexto para descubrirnos la existencia de los apuntes secretos de James Fulton, el padre del intuicionismo, un genio de la filosofía vertical cuyo destino está curiosamente imbricado con el de su discípula. A partir de entonces, Lila Mae tratará de encontrar los apuntes para esa misteriosa Caja Negra, el ascensor perfecto de la siguiente generación, que cambiará lafisonomía de la urbe, tal y como la imaginación de Otis transformó la ciudad decimonónica.
     "Nos conformamos a los objetos. Pactamos con ellos". La frase es de Fulton, y es posible encontrarla en el primer volumen de su obra Ascensores teóricos…, si es que tal obra existe. Pero en cualquier caso ese simple aforismo nos revela el mecanismo de una ciudad despótica e insaciable, mitad siglo XIX y mitad siglo XXI, donde el único futuro consiste en lo alto que puedas llegar. Como Whitehead inserta una historia de reivindicación racial dentro de su compactatrama, la crítica anglosajona ha recordado a Ralph Ellison y, sobre todo, The Bluest Eye de Toni Morrison. Sinembargo, en una ciudad dominada por el culto al objeto el racismo es apenas una de las variantes posibles de marginación. Tal vez por ello hubiéramos preferido que el tema racial quedara en segundo plano, eximido del énfasis que el autor le atribuye a medida que avanzan lasinvestigaciones de su protagonista. Nuestro prejuicio es legítimo, pues está fomentado por el desarrollo de la propia trama. Incluso hay un momento de la novela en el que nos parece intuir que toda la política no es más que un efecto secundario de esta lucha entre lo material y lo espiritual. A cambio, Whitehead logra sus mejores páginas cuando se acerca a los mundos sarcásticos de Kafka o Walser (véase, por ejemplo, a Jim y John como parodia de los guardianes de El castillo, o el Instituto para el Transporte Vertical como símil del Instituto Benjamenta).
     La metrópolis de La intuicionista es una variante del Leviatán, esa entidadmonstruosa que dicta los principios de casi todo lo que sucederá en ella. En ese escenario Whitehead logra hacer coincidir sin dificultades el relato policiaco, la novela metafísica, los decorados decómics, buenos diálogos y algunosextractos de una originalísima filosofía de los objetos. Esta abigarrada mezclalogra fluir con un estilo sorprendente, tan vivo como la prosa del mejor Carver —de hace diez años.
     La mayor virtud de esta novela es darle una dimensión totalmente nueva a su tema: el ascensor convertido en emblema de nuestra relación con el vacío, "nuestro destino encerrado en una caja suspendida de una soga" o "el ataúd que trepana el camino hacia el Cielo". Se trata de un mecanismo que rige la ciudad de la misma manera en que nuestros deseos de ganar altura hacen posible las sórdidas luchas de intereses a todos los niveles. Esa es la primera condiciónde una novela de culto: no volver aconvivir con lo semejante fuera de la ineludible "rareza" que nos descubre la ficción. –

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(La Habana, 1968) es poeta, ensayista y traductor. Sus libros más recientes son Jardín de grava (Cuadrivio, 2017; Godall Edicions, 2018) y Hoguera y abanico. Versiones de Bashô (Pre-textos, 2018).


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