Puntos o la ley de Heisenberg (VI)

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Así, en el Correo verdadero (abril de 1732) del capitán holandés Vosterloch, aparece esta información sobre los indígenas de color "azulado" de Tierra de Fuego y sobre ciertas esponjas. Aquéllos, "cuando quieren enviar algo o discutir a distancia, hablan de cerca con algunas de esas esponjas, luego las envían a sus amigo que, habiéndolas recibido y oprimiéndolas suavemente, hacen salir las palabras como agua y saben por este admirable medio, todo lo que sus amigos desean". Qué admirable intuición del teléfono o del disquete, semejante a los aterradores anuncios de mi abuela que por los años cuarenta insistía en que no podía tardar el teléfono con televisión incorporada. Sin ver en ello nada malo, excepto no alcanzarlo.*Los títulos son material atesorable. Cuanto menos se revelan de golpe, más quedan en la memoria. Todavía me detienen Parerga y Paralelipómena, de Schopenhauer, Satura de Montale. A veces parecen sin misterio, como Novelas del ducado en llamas, del entrañable Carlo Emilio Gadda; sin embargo, de modo subliminal, me intrigó siempre. Y como las memorias, correspondencias, entrevistas y otros escrutinios se siguen publicando al servicio de la incontinencia en el husmear lo que la gente quiso privado, hojeo viejas cartas (1934-1967) de Carlo Emilio Gadda a su buen amigo Gianfranco Contini. Éste las anota y nos aclara muchos enigmas que el tiempo y el propio estilo irónico y ceremonioso de Gadda abre en su escritura. El fascismo y su final declinación física lo ponen de mal humor; transforma u oculta los nombres que le son odiosos y él, que se queja de la jerga con que filólogos y críticos "complican tanto las cosas", ya "aprendiz cadáver" no deja de velar con alusiones crípticas lo que no lo alegra nombrar. No creyó "en la existencia de un público, como ente en sí: mi público son los 25, quizás ocho o a lo más diez lectores que me honran con una lectura como puede ser la tuya" y sin duda no imaginó que la voracidad editorial pudiese desenterrar su obra temprana y sus epistolarios. Éste no nos depara habladurías o malignidades sino conmovedoras "misérrimas configuraciones argentarias" y la lección de una amistad nítida. Para mi sorpresa también datos sobre un título que inquietó al editor Vallecchi (lo hallaba abstracto) y también a Contini. Gadda se defiende: "El título no me ha parecido tan 'fuera de tema' como dices: novelas (= noticias) del ducado (= del estado del duce mierda) entregado a las llamas: (de la lujuria demencial, de la locura narcisística y de las bombas de fósforo)." –

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