Notas de literatura brasileña

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El rasgo dominante de la literatura brasileña contemporánea hace del bosquejo de un breve panorama una tarea particularmente difícil. Esta se define por una pluralidad inédita de opciones estéticas y de elección de tópicos. A tal punto los rumbos son distintos que el propio concepto de “generación” puede ser cuestionado. Vivimos, entonces, un momento muy fecundo, con una gran diversidad de núcleos temáticos, visiones del mundo y modos de escritura.

Dicha afirmación tal vez suene obvia; sin embargo, el blanco es preciso: al contrario de décadas anteriores, en las cuales se imponía una corriente hegemónica o, al menos, una orientación dominante, hoy, la atomización de los proyectos invita a la crítica literaria a una bienvenida renovación de sus postulados, toda vez que los modelos consagrados de análisis ya no son capaces de dialogar con los fenómenos contemporáneos.

Es importante señalar que una nueva ola de traducciones de autores contemporáneos permite al público mexicano conocer aspectos de la producción brasileña actual.

Comienzo mencionando la labor de Cal y Arena, que ha publicado prácticamente todos los títulos de Rubem Fonseca. Clásico contemporáneo, Fonseca fue fundador de una nueva literatura urbana, con un empleo muy personal de géneros consagrados, como la novela histórica y la novela policiaca.

Luiz Ruffato concluyó recientemente un proyecto decisivo: una pentalogía, Infierno provisorio, en la cual logra dar nuevo aliento al realismo a través de la radicalización del lenguaje. Así, la experimentación metalingüística crea una estética que no se aparta de lo real, sino más bien expone sus fracturas. Ruffato afianzó su nombre con la impactante novela Eles eram muitos cavalos (2001), cuya acción transcurre en un solo día (9 de mayo de 2000) en São Paulo, y compone una imagen vertiginosa de la metrópolis. La narrativa transforma, a través de la crítica, a la desigualdad en materia literaria. El título de la novela homenajea la poesía de Cecília Meireles: Eles eram muitos cavalos fue bautizado con versos del Romanceiro da Inconfidência. Meireles empleó una técnica sofisticada para reconstruir un emblemático episodio histórico. Ruffato, de igual modo, concilia experimentación lingüística y preocupación social. Como hemos visto históricamente, la experimentación y la narrativa no se oponen; pueden complementarse de maneras afortunadas. Infierno provisorio consagró a Luiz Ruffato como un autor clave.1

Cristóvão Tezza escribió O filho eterno (2007), la novela más premiada de la última década en Brasil –y con todos los méritos, hay que decirlo–. En ella el autor lidia con un delicado tema autobiográfico: el nacimiento de un hijo con síndrome de Down. Se trata de la historia de Felipe, el propio hijo de Tezza. El autor desarrolla una elaborada estructura textual que le permitió crear cierta distancia entre vida y obra, circunstancia existencial y ejercicio literario, esto es, una invención propiamente lingüística. El innegable elemento autobiográfico es matizado por un agudo recurso estilístico: un narrador en tercera persona, obsesivamente reiterado, domina el texto, aunque a veces aparece una voz evocando un narrador en primera persona.2 Sin embargo, el predominio casi absoluto del punto de vista externo transforma la experiencia individual en obra de arte; la obra maestra de Tezza.

Y, para finalizar, dominante en los escritores más jóvenes, se observa una relación entre la tendencia de ampliación del horizonte temático y la internacionalización creciente de su literatura.3 Esto es, un autor brasileño ya no se siente obligado a tratar solamente acerca de sertões, violencia y desigualdad social –aunque, por supuesto, también sigan siendo temas fundamentales–. No se trata de eliminar posibilidades, sino más bien de ensancharlas al máximo.

Hay muchos ejemplos posibles; elijo uno.

Hagamos una parada en Alemania; más precisamente en Frankfurt, con escala en Río de Janeiro. Todos los martes, tres personajes, Laura, Javier y Camila, tienen encuentros particulares: Laura, en Río, con su psicoanalista; en Frankfurt, Javier con Camila, en un caso amoroso tan discreto como impredecible. A través de los ojos de Javier, se desnuda en forma satírica la vida académica políticamente correcta de cierta intelectualidad europea. Camila, a su vez, abandona Frankfurt, y Javier vuelve a Río, donde empieza una relación inesperada con Laura. Me refiero a la novela Toda terça (2007), de Carola Saavedra, en la cual se destaca el diálogo sutil con la literatura de Julio Cortázar, Macedonio Fernández y Machado de Assis. Su autora propone un ejercicio literario que atribuye activamente al lector un rol clave en el montaje de los elementos de la trama; rasgo definidor de su literatura.

La literatura brasileña atraviesa hoy uno de los momentos más prometedores de su historia. Las nuevas generaciones de autores y el reconocimiento internacional creciente son síntomas de esa vitalidad. ~

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 Ya se publicaron dos novelas en la Editorial Elephas: Mamma, son tanto felice y El mundo enemigo; ambas traducidas por María Cristina Hernández Escobar.

2 El hijo eterno, publicada en español por Elephas. Hay que señalar la excelente traducción de María Teresa Atrián Pineda que preservó en español el juego lingüístico con los pronombres personales.

3 El número de Granta (2012) dedicado a los autores brasileños con menos de cuarenta años se destaca en este contexto.

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(Río de Janeiro, 1965) es profesor de Literatura Comparada en la Universidad del Estado de Rio de Janeiro.


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