La utopía crítica de Yoko Ono

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El trabajo contra la angustia vital y los manejos del miedo es un trabajo contra sus autores, en su mayoría muy identificables, y busca en el mundo mismo lo que sirve de ayuda al mundo: algo que es susceptible de ser encontrado.

Ernst Bloch

En una esquina amplia, la república mexicana ha sido diseccionada en mapas que la representan gráficamente; el espectador es invitado a estampar sobre ellos la frase: “imagina la paz”; los mapas se llenan día a día con los sellos que se van volviendo oscuras regiones, cartografías no solo de un deseo, sino de una circunstancia. Estos mapas funcionan como una radiografía de nuestro país, en cuyo interior vemos crecer como metástasis sus problemas primarios: la violencia, la mala administración económica, la corrupción y la impunidad. ¿Puede una pieza cambiar el mundo? Si bien ni una pieza de arte ni una exposición entera son capaces por sí solas de hacerlo, sí son un reflejo del malestar social. Esta pieza de la muestra Tierra de esperanza de Yoko Ono, que se encuentra actualmente en el Museo Memoria y Tolerancia, es quizás las que más dialoga con el contexto mexicano.

Se trata de una pequeña retrospectiva de los más de cincuenta años de trayectoria de la artista en la que se integran sus temas más recurrentes: pacifismo, feminismo, imaginación y compromiso. Esta exhibición se encuentra compuesta por diecinueve piezas dentro del museo, que integran instalación, fotografía y videos, más otras esparcidas por diferentes puntos de la Ciudad de México.

Varias de las instalaciones son, al mismo tiempo, viejas y nuevas, piezas que se van rehaciendo en cada exposición con la participación del visitante. Esta muestra parece mantener vivas varias de las propuestas del movimiento Fluxus, del que ella formó parte en los años sesenta. George Maciunas, en su Manifiesto Arte/Fluxus, escribía: “El arte debe ser simple, entretenido, no pretencioso, preocupado por las insignificancias, que no requiera habilidades o ensayos interminables, que no tenga valor ni institucional ni como mercancía.”

El arte-diversión, como le nombraba Maciunas, buscaba crear eventos simples, bajar del pedestal y mezclarse con lo cotidiano, debía ser algo tan sencillo como “un juego o una broma, obtenible por todos y, eventualmente, producido por todos”. En la instalación Instrucciones, encontramos enmarcadas una lista de propuestas para ser seguidas por el espectador: instrucciones para volar, para caminar una pintura, para saludar al otro a través de un lienzo y jugar con las manos, para sonreír cada día durante un mes, para ingresar al futuro a través de una escalera dorada, para escuchar el latido de un corazón; se trata de invitaciones a recrear la vida cotidiana a través del arte.

Gente invisible es un cuarto a oscuras que se activa con la presencia del espectador y deja impresa su sombra en una pared fotosensible, la presencia se convierte en registro de una ausencia, una marca oscura que reabre la huella de uno de los episodios más dolorosos de la historia humana, las explosiones de las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en 1945, cuyas víctimas se calculan hasta 166,000 en Hiroshima y 80,000 en Nagasaki.

Los cascos que contienen fragmentos de cielo de la instalación contigua son también muestra del ideario de Ono. Pendiendo del techo, revierten su uso militar para convertirse en columpios de un rompecabezas que el espectador puede intentar reconstruir y del cual puede tomar una pieza. La utopía no deja de estar presente en el trabajo de Ono, se trata de uno de los motores de su arte y un elemento crítico de nuestra sociedad. Aunque la pieza puede parecer cursi, su romanticismo no deja de ser cuestionador, pues sin una aspiración nos quedamos sumidos en un presente que parece caótico e irremediable. La utopía, no como mera ensoñación sino como factor crítico, nos sirve para trazar caminos distintos que alteran la ruta aparentemente inevitable del presente. Junto a esta pieza, un cartel indica “La guerra terminó, si tú lo quieres”, una obra que lleva a dirigir la atención del espectador sobre sí mismo en relación con su contexto histórico. Es algo que también se puede decir de Resurgiendo, una pieza que ha sido construida con las fotos enviadas por mujeres mexicanas que han retratado sus ojos y compartido sus experiencias de vida asociadas a la violencia de género, otro de los temas pendientes en la agenda mexicana.

Si bien en la muestra hay un constante tono crítico, Ono nunca deja de lado el aspecto lúdico propuesto por Maciunas. Eso permite que cada pieza se mantenga cercana a los visitantes. En un país acosado por la vulnerabilidad y la precariedad, Tierra de esperanza busca la sensibilidad poética necesaria para observarlo. ~

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Es escritora, crítica de arte y académica. Su libro más reciente es Todo retrato es pornográfico (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015)


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