La desmitificación de Mein Kampf

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La primera vez que Mein Kampf se posicionó como bestseller en Alemania fue en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler se instaló como canciller del Reich a inicios de 1933 y las ventas de este libro, cuya lectura era obligada en escuelas y hogares afines al régimen,1 se dispararon; a finales de la Gran Guerra, se habían vendido cerca de doce millones de copias en todo el mundo y la obra había sido traducida a casi una veintena de idiomas. La segunda vez que Mein Kampf entró en la lista de los libros más vendidos en Alemania fue en 2016 y para entonces no había tenido nuevas ediciones desde los tiempos del Führer. El 31 de diciembre de 2015 caducaron los derechos de autor de esta obra, en posesión hasta ese momento del estado de Baviera –que los mantuvo recelosamente bajo su cuidado–. Un grupo de historiadores del Instituto de Historia Contemporánea de Múnich, bajo la dirección de Christian Hartmann, esperaban ansiosos tal fecha a fin de publicar la edición crítica que venían preparando desde 2012. Si bien se trata del mismo texto concebido por Hitler, este viene acompañado de más de 3,500 notas críticas y un estudio introductorio para cada capítulo que buscan desmantelar la obra.

Los cuatro mil ejemplares con los que salió a la luz Hitler, ‘Mein Kampf’. Eine kritische Edition (Hitler, Mi lucha. Una edición crítica) se agotaron en una semana e incluso ya se han recibido cerca de quince mil solicitudes de reimpresión. Durante las siete décadas que el estado bávaro cuidó los derechos, muchos fueron los intentos por tratar de reeditar y republicar la obra pero, aunque esta no estaba “prohibida”, sus derechos de reproducción nunca fueron autorizados. Tal acción ponía en evidencia que para las autoridades se trataba de una obra delicada, ora porque podría incentivar a la ultraderecha, ora porque podría ofender a las víctimas y sobrevivientes del Holocausto. Sin embargo, durante este lapso el texto siguió circulando, desafiando al estado de Baviera (como dato curioso: una de las primeras traducciones apareció en México en 1950, bajo el sello de Iztaccíhuatl, firmada por Alberto Saldívar).2

El equipo detrás de esta reciente versión de la llamada “Biblia del nazismo” estuvo conformado mayoritariamente por historiadores cuyo objetivo ha sido “deconstruir la propaganda de Hitler de una manera duradera y, así, socavar el poder simbólico que sigue teniendo el libro. De esta manera, también es posible contrarrestar el mal uso ideológico, propagandístico y comercial de Mein Kampf”.

Antes de que expiraran los derechos de autor, el libro circulaba perfectamente en línea y los alemanes, como cualquiera, podían conseguirlo digitalizado o sin dificultades impreso en librerías fuera de Alemania, razón por la cual los historiadores consideraban necesario no ignorar la existencia de este manifiesto y permitir su publicación pero ofreciendo un contratexto a las “mentiras, medias verdades y viciosas diatribas”. De hecho, como bien documenta el historiador Caesar Aronsfeld, Mein Kampf podía conseguirse en anticuarios, en el entendido de que quien lo buscara lo hacía estrictamente para documentarse sobre el nacionalsocialismo.

La nueva edición de Mein Kampf es un monolito dividido en dos tomos, que casi dobla el número de páginas originales. Algunos creyeron que, debido a su naturaleza académica, llamaría poco la atención, pero se equivocaron. 59 euros fue su precio inicial, pero ahora que se encuentra agotado solo es posible comprarlo en subastas de eBay o en cantidades que superan los trescientos euros (por ejemplo, en Amazon Alemania, un anticuario lo ofrece por quinientos cincuenta euros).

Sin duda, la reaparición de Mein Kampf en Alemania ha dado de qué hablar. Algunos piensan que solo beneficia a la ultraderecha; otros, que una nueva edición es la única manera de desmitificar una obra que posee un aura de tabú. Según una encuesta de YouGov (de noviembre de 2015), a dos de cada cinco alemanes les preocupa esta reedición.

Desde un punto de vista filológico, una obra que ha marcado la historia contemporánea de manera tan contundente necesita contar con una edición crítica (aunque, en este caso, como bien señalan los académicos responsables, no se trata de una revisión objetiva sino de “un encuentro crítico con el texto de Hitler, en suma: una edición con un punto de vista”).

Las notas al pie, por ejemplo, buscan esclarecer imprecisiones o “verdades a medias”, como, por ejemplo, aclarar que cuando Hitler se queja de que ningún parlamentario había luchado en la Primera Guerra Mundial estaba mintiendo pues participaron dos, y uno de ellos era judío, según señala Christian Hartmann. De ese modo, el aparato crítico busca exponer también las posibles raíces del racismo del Führer, y cotejar hechos históricos puntuales posteriores a la publicación de Mein Kampf con el fin de analizar la correspondencia entre lo que escribió Adolf Hitler y lo que emprendió en sus acciones, contrastando realidad y práctica.

En octubre pasado The New York Times preguntó a sus lectores: “si pudieras retroceder en el tiempo y matar a Hitler bebé, ¿lo harías?”. La tremenda tormenta que desató este medio –basta con guglear #BabyHitler para enterarse– muestra que, con edición crítica o sin ella, el Führer seguirá desatando polémica. ~

 

 

 

 

 

 


1 También habrá contribuido a esta popularidad, según se cree, que la autobiografía de Hitler era el regalo de bodas por excelencia que recibían los recién casados por mandato gubernamental. Sin embargo, según ha demostrado Othmar Plöckinger, si bien esta medida había sido autorizada en los años treinta, esto no siempre se puso en práctica pues muchos gobiernos locales optaron por ignorar la política o retrasar su cumplimiento. Cfr. Othmar Plöckinger, Geschichte eines Buches: Adolf Hitlers “Mein Kampf”: 1922-1945, Múnich, Oldenbourg Verlag, 2011.

2 Caesar C. Aronsfeld, “Mein Kampf, 1945-1982”, Jewish Social Studies, vol. 45, núm. 3/4 (verano-otoño de 1983), pp. 311-322.

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(Monterrey, 1983) es filóloga.


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