Aproximación al Príncipe Sapo

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Solo con la novela puede llegarse a la verdad.

Stendhal

Maurice Ravel, el relojero suizo, así lo llamó Stravinsky por la precisión de su música, escribió: “Las victorias técnicas nos liberan de las tragedias de la vida interior.” El arte pierde sin emoción, pero es aconsejable amar la regla que corrige la emoción. Además, el trabajo del artista es largo, dice Hipócrates, y la emoción algo tiene de breve, de efímera e insustancial. E. M. Forster asegura que la belleza no se busca, que siempre es una especie de resultado. La obra de arte sería con frecuencia una especie de sapo mágicamente transfigurado en príncipe.

Hemos llegado al tema del Príncipe Sapo que, como se sabe, ocupa un lugar distinguido en el canon de la literatura infantil. Bruno Bettelheim, en su libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas, ha buceado en esas aguas. He aquí cómo desentraña al Príncipe Sapo: “Las historias del ciclo animal-novio comunican que la niña necesita, a su debido tiempo, cambiar de actitud respecto al sexo, debe pasar de un rechazo a una aceptación gustosa del encuentro erótico, porque, en tanto que el sexo siga apareciéndosele a la niña como algo horrible y brutal, el comportamiento masculino seguirá teniendo connotaciones y características animales, es decir, el hechizo batracio perdura. Si un miembro de la pareja aborrece el sexo, el otro no puede disfrutar de él; mientras uno siga considerándolo como un animal, el otro conservará, en parte, esta misma apariencia, tanto para sí mismo, como para su pareja.”

El libro de Bettelheim ofrece este tipo de explicaciones de los más divulgados cuentos infantiles. Veamos otro ejemplo: la maravillosa historia de Las mil y una noches conocida como “El pescador y el genio”. Un pobre pescador tiene la desgracia de hallar una vasija en la que mora un genio que razona de esta manera: “Hallándome en una botella durante cien años, me dije: Haré rico a quien me rescate. Pero transcurrió el siglo entero, nadie vino a liberarme y entré en la segunda centena diciendo: Revelaré todos los tesoros ocultos de la tierra a quien quiera que me rescate. Seguí capturado y así transcurrieron cuatrocientos años. Entonces me dije: Tres deseos cumpliré a quien quiera que me rescate. Nadie me liberó. Me enfurecí, y con una rabia inmensa decidí: De ahora en adelante, mataré a quien quiera que me rescate.” El pescador se salva recurriendo a la astucia: duda en voz alta que la cosa enorme que es un genio pueda caber en una diminuta garrafa; el genio atontado por la vanidad transformadora se mete en la garrafa, rápidamente el pescador la tapa y la arroja al fondo del mar.

¿Cuál puede ser el significado infantil de este cuento? Para Bettelheim el mensaje oculto de este cuento es el del niño abandonado. “De acuerdo con la moralidad de los adultos, cuanto más dura un cautiverio más agradecido debe estar el prisionero a su liberador […] Pero el niño primero piensa en lo feliz que será cuando vuelva su madre; o, cuando se le ha mandado a su habitación, imagina lo contento que estará cuando se le permita salir, y cómo recompensará a su madre. Pero a medida que va pasando el tiempo, se enoja cada vez más y llega a fantasear la terrible venganza que caerá sobre aquellos que lo han recluido. El hecho de que la realidad pueda sentirse muy feliz cuando se le perdona, no cambia en absoluto que sus sentimientos pasaran de recompensar a castigar a aquellos que le causaron daño. Así pues, el modo en el que se desarrollan los pensamientos del genio proporciona una verdad psicológica del niño.”

Este género de explicaciones puede ser agradable, generoso e incluso perceptivo, con tal de que no se formule una pregunta elemental, a saber: todo esto que dice Bettelheim ¿es verdad, es cierto? Porque uno queda insatisfecho con interpretaciones omnipotentes. ¿Por qué? No solo porque un cuento clásico es cosa mucho más compleja y misteriosa que la suma de mensajes secretos que puede hallar un psicoanalista. Obsérvese, por ejemplo, que no hay en sus consideraciones ninguna referencia literaria o estética. Sino porque ¿tiene el psicólogo derecho a hacer un análisis de este estilo, lejano, gratuito e infundado? Dudamos de la pretendida carga científica de estas intrusiones en la literatura.

Quisiera defender la fuerza ambigua y plural del Príncipe Sapo de las reducciones, gratas, pero reducciones psicológicas, apelando a un comentario de Wittgenstein sobre las explicaciones de Freud. Dice algo así como: Freud habla de cuentos y mitos antiguos alegando que sus investigaciones han podido explicar el significado profundo de esta clase de narraciones. Pero Freud no ha dado una explicación científica, ha hecho otra cosa, ha propuesto otro mito. Este mito da razón del otro. Freud ha propuesto una nueva y poderosa mitología.

Id est, un cuento se desentraña contando otro cuento. ~

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(Ciudad de México, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y académico, autor de algunas de las páginas más luminosas de la literatura mexicana.


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