Iconografía mexicana (1)

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Como todos aquí sabemos, la inmensa mayoría de los murales del arte de la Revolución mexicana representan cosas, personajes, situaciones, escenas de la historia, alegorías sobre esto y aquello, etcétera, y estas representaciones contienen mensajes políticos, sociales, ideológicos, visiones del mundo y de la historia que los pintores sentían gran urgencia en divulgar urbi et orbi, a la ciudad y al mundo.

Ahora bien, la transformación histórica de fines de los ochentas, con el colapso de los regímenes socialistas y el desplome del marxismo como ideología militante, cierra un capítulo de la vida política y social del siglo XX, que nos permite mirar con ojos frescos y repristinar a nuestros grandes murales y sus urgentes representaciones y mensajes. Mi modesta contribución se inscribe dentro de esa tarea: la de volver a ver los murales, la de intentar comprenderlos desde la nueva perspectiva que la lección de la historia nos ha dado. La pregunta es: ¿qué podemos pensar ahora de las representaciones y los mensajes de los murales revolucionarios de México? Algo podemos entender hoy día, creo yo, que no podíamos entender antes porque, concluida la gran guerra ideológica del siglo XX tenemos una libertad de movimientos mentales que antes no disfrutábamos.

Dentro de esta tarea general, mi contribución va a ser más filosófica que histórica. Y es filosófica, entre otras cosas, porque en vez de avanzar hacia lo que no sabemos, vuelve a reflexionar sobre lo que sabemos o creemos saber, esto es, lo que está más cerca de nosotros. El método es muy sencillo: consiste en volvernos muy ingenuos ante el mural, tanto que pareciera que estamos atacados por una profunda estupidez. Y así mirar los murales y hacernos preguntas.

Para empezar, preguntémonos esto: cuando José Clemente Orozco pinta en un fresco un obrero y un campesino, ¿cómo sé que esas dos figuras son precisamente un obrero y un campesino? Las identifico, no hay duda; el problema es cómo las identifico. Digamos esto: las figuras representan un obrero y un campesino, y yo sé que representan un obrero y un campesino porque las figuras parecen las de uno y otro.

La idea general que hay detrás de esta respuesta es: “La figura representa porque se parece a lo representado. La representación es semejante a lo representado.” O dicho de otra manera: “a representa b en la medida en que a se asemeja a b.” Esta es la tesis más común de la representación, tesis que aparece, reaparece y reaparecerá una y otra vez en las reflexiones sobre el arte. Pero esta tesis sobre la representación –tan sencilla y, en apariencia, tan obvia– está profundamente equivocada. Nelson Goodman dice de ella: “Apenas podrían condensarse más errores en fórmula tan reducida.”

Vamos a ver por qué no es lo mismo que una cosa se parezca a otra y que una cosa represente a otra:

1. En una cadena de montaje, los automóviles se parecen muchísimo; sin embargo, ninguno representa al otro.

2. Yo me parezco a mi hermana Bertha, pero yo no la represento, ni ella me representa a mí.

3. La relación de semejanza es simétrica: yo me parezco a mi hermana, mi hermana se parece a mí. La representación no es simétrica: un cuadro de Benito Juárez representa a Benito Juárez, pero Benito Juárez no representa a ese cuadro.

Creo que basta con estas tres pistas, estos contraejemplos, para intuir que una cosa no representa a otra porque se parezca a ella o porque la imite. Entonces: ¿por qué representa una cosa a otra? Este es el problema filosófico de la representación.

Digamos esto: una cosa representa a otra porque se refiere a ella, porque la denota, porque remite a ella. La representación es símbolo, está en lugar de la cosa representada. Esta es la vía que vamos a seguir.

De este modo la pregunta ¿cómo sé que la figura en el mural de Orozco representa un obrero? se transforma en ¿cómo se establece el símbolo del obrero para que yo pueda identificarlo? Y dado que símbolo es muy general, cambiamos la palabra por icono, que es más particular y propio de la pintura, para que la cuestión quede formulada de este modo: ¿cómo se establece el icono del obrero? Y con esta última pregunta ya estamos en el terreno que queremos explorar. ~

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(Ciudad de México, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y académico, autor de algunas de las páginas más luminosas de la literatura mexicana.


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