El hombre previsible

AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Una caricatura común en el imaginario colectivo español es Rajoy tumbado en un sofá. Muchos viñetistas lo dibujan a veces incluso fumando un puro, o leyendo el diario Marca. Es el hombre tranquilo. Siempre hace poco, y lo que falta por hacer lo hacen sus enemigos al autodestruirse, radicalizarse, sumergirse en debates existenciales. Rajoy resiste y espera a que sus enemigos se equivoquen para actuar. Rajoy es previsible.

Algunos líderes como Pablo Iglesias lo agradecen. La izquierda suele definirse en oposición a algo, a partir de lo que son sus enemigos. No es la idea más inteligente, y a veces requiere de hombres de paja: en España no existe fascismo, pero sí antifascismo. En España no existe neoliberalismo, pero la izquierda contemporánea española lo necesita en su discurso. En un viaje reciente en BlaBlaCar, un votante de Podemos me dijo que prefería a Rajoy que a Albert Rivera: el líder de Ciudadanos no parece previsible, Rajoy sí. Es lo malo conocido. Para un partido como Podemos, que considera la acción parlamentaria como una batalla de trincheras y una confrontación constante, es mucho mejor hacer oposición contra un gobierno del PP, bien definido y epítome de la derecha conservadora y de orden, que contra una coalición de diversos intereses.

La previsibilidad de Rajoy es falta de relato y de ideas, pero no es falta de inteligencia. Uno sabe perfectamente qué es lo que vota cuando vota al PP. No es un partido liberal, es un partido de orden. Su propuesta no es ideológica, es una promesa de estabilidad. Aunque a veces ha dado bandazos y renunciado a determinadas medidas polémicas, no tolera bien los cambios. Lo hecho, hecho está, y solo queda resistir. Rajoy no habla del futuro. No propone un país mejor, sino lo ya conocido. Como escribe Michael Oakeshott en “To be a conservative”, el conservador no idolatra “lo que está pasado y desaparecido. Lo que se estima es el presente; y se estima no por sus conexiones con una antigüedad remota, ni porque se reconozca porque sea más admirable que cualquier alternativa, sino por su familiaridad.”

Rajoy propuso en los 315 días sin gobierno la familiaridad frente a la incertidumbre de un sistema multipartidista. Mientras los demás partidos negociaban, exigían, algunos cedían, otros discutían sus esencias y se autocuestionaban y psicoanalizaban; mientras, en definitiva, los partidos hacían lo que hacen los partidos, agregar preferencias diversas, el Partido Popular resistía en bloque y esperaba a que se calmara la situación. Ha conseguido salir casi indemne de una crisis política sin precedentes. En su discurso de investidura, Rajoy dijo que “no pido la luna, señorías, pido un gobierno previsible”. Estabilidad, solidez, compromiso, buen camino. Siempre se sorprende cuando se le pide más concreción, y no va más allá del discurso abstracto de la responsabilidad. Cuando los socialistas se encontraban en plena crisis interna, el PP metió el dedo en la herida y pidió al partido que se aclarara, que España necesita partidos responsables. Mientras exigía esto, el juicio de Gürtel reunía a decenas de miembros o exmiembros del PP en un juzgado.

Una parte del éxito del PP está en la fidelidad de sus votantes. Cuando Rajoy no aceptó la proposición del rey de presentarse a la investidura, sus votantes no lo castigaron, a pesar de que se trataba de una deslealtad institucional a la corona, a la jefatura del Estado, y de que la aceptación suponía desbloquear la situación de desgobierno, quizá la actitud más institucional y responsable. En las siguientes elecciones, no solo no recibió castigo, sino que se recuperó. Aunque el PP ha perdido muchos votos entre 2011 y 2015 (pasó de los casi once millones a poco más de siete), ha conseguido cierta inmunidad frente al electorado conservador, que no tiene alternativa en la derecha.

Resistir es la actitud más conservadora. Rajoy no busca volver atrás; no tiene especial interés en seguir adelante. Rajoy gobierna respondiendo a unas circunstancias, en ningún momento creará unas nuevas circunstancias. No busca dejar un legado, sino administrar el que le han cedido. Su nuevo gobierno es previsible, conservador. No parece haberse dado cuenta de que el escenario político ha cambiado. En el debate de investidura, Pablo Iglesias le dijo que “las élites trataron de quitarle de en medio a usted, para ponérselo fácil al Partido Socialista y a Ciudadanos. Buscaban a otro candidato. Usted demostró ser buen político porque resistió, pero su resistencia ha dejado herido de muerte el turnismo”. Iglesias alabó el maquiavelismo de Rajoy con más maquiavelismo: su resistencia, según el líder de Podemos, servirá al PP, pero matará el bipartidismo. ~

+ posts

Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).


    ×  

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: