La vida ajena

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Alberto Fuguet

Missing (una investigación)

México, Alfaguara, 2011, 386 pp.

 

Un escritor chileno de nombre Alberto Fuguet decide buscar a su tío Carlos, emigrante y exconvicto que dejó de tener contacto, desde un lejano día de los años ochenta, con su familia establecida en California. Missing es, así, la historia de la búsqueda no de un desaparecido por la dictadura de Pinochet, como el título y la nacionalidad de su autor podrían hacer creer, sino de un hombre libre que decidió perderse en la multitudinaria geografía de Estados Unidos.

Sergio Gómez y Alberto Fuguet publicaron hace quince años la antología McOndo, en la que planteaban el disgusto generacional ante el predominio del realismo mágico, aunque otro aspecto discernible era extraliterario: el hartazgo por la circunstancia de que el mercado editorial se rehusaba a las novelas de temas urbanos o globalizados. El cambio de la escenografía (donde decía campesino, escribir adolescente con walkman, o en vez de parcela poner  aeropuerto) no habría tenido resonancia si no viniese de la mano, en la escritura, de una exigencia, de entrada no inferior a la de las figuras del boom, a la hora de trabajar con los elementos trascendentes de la ficción: la estructura, el estilo. La pregunta hoy no sería por los rasgos cosmopolitas  o las referencias a la cultura pop estadounidense, sino por el hecho de si en sus narraciones Fuguet ha creado  –o no– objetos verbales poderosos.

Toda novela escrita con arrojo literario busca ser etimológicamente nueva; no se puede conformar con ser solo buena o verosímil o entretenida o congruente. Su fuerza se halla en una redefinición de cómo el género puede provocar la percepción de otra realidad, suplantando así la de todos los días. Missing es fiel a las recurrencias temáticas de Fuguet, y al mismo tiempo es fiel a la ambición del género por transgredir sus inercias para expandirse en estructuras que diseñen –solo así– realidades nuevas.

Con todo y el sustrato verídico de saga familiar, Missing exige ser leída no como la“investigación” que el subtítulo advierte, sino como una novela fundada en la premisa ficcional de la no  ficción, al tiempo que desarrolla trama y personajes. Paralelamente, en tanto texto autobiográfico, Missing es un ejemplo de cómo la autoficción no se contenta con seguir siendo esa hija orgullosamente pobre de las memorias y el ensayismo. Fuguet no se deja resbalar a la reflexión en torno a los pliegues del propio ombligo que parece condenar a mucha autoficción a un posmoderno equivalente del nouveau roman y, con el apoyo de la imaginación –nombre literario de  la empatía–, incorpora en su relato el conocimiento de la psique no de un personaje, sino de otra “persona”. Más aún, aspira a cambiarle la vida a esa persona en la misma realidad:

 

Lo que quise hacer cuando empecé con todo esto era algo intrínsecamente literario pero que superaba con creces el acto de escribir un libro. Quería comprobar que un escritor –que yo– era capaz de algo más que decidir las vidas de sus personajes, sino también modificar vidas, alterarlas, cambiar destinos reales.

 

La aspiración vanguardista de superar el arte con el material de la vida lleva al autor de Tinta roja a otorgarle al narrador su propia familia, pasaporte y currículum, y también a reunir en las páginas de Missingpastiches de distinto signo: crónica, entrevista, saga familiar, gajos sueltos de un Bildungsro- man, monólogo narrado en versos libres, correos electrónicos, reflexión metaliteraria –hasta la exégesis de la obra anterior de Fuguet nos encontramos. La “biografía” –no importa si ficticia o real– del tío Carlos concierne al tema del latino radicado en Estados Unidos; la larga sección “The echoes of his mind” tiene la eficacia de crear una voz deshilvanada y flexible, que mimetiza un monólogo divagador en su cariz versicular para construir la historia de un personaje con fisuras, dudas y caídas, que llega incluso a una emblemática anagnórisis realista. Cómo podría ser de otra manera: “Pero no es cuento, no es una novela. Es real. Me pasó”, le dice Carlos a su sobrino, quien respeta la literalidad, supuestamente anticlimática, de esa vida ajena. Los episodios conflictivos (estancias en la cárcel, rupturas amorosas, pleitos con el padre, el rencor ante la pasividad materna) se narran en un medio tono reconciliado, pues se hallan asumidos por la reflexión del ejercicio memorioso. He aquí entonces el resultado: el múltiple carácter textual colabora con el verismo biográfico para crear un personaje de fuste decimonónico –adjetivo que, referido a temas de la novela, nunca uso sino como un elogio.

La travesía de Carlos por hoteles y camas y carreteras a lo largo de una geografía solitaria casi inabarcable lo convertiría en el paradigma de una situación dramática propia de la emigración: Carlos, ente de ficción marcado por la incertidumbre y la inaprehensibilidad que se presenta en su origen como persona de carne y hueso, cifraría una posibilidad más que una verosimilitud: la del hispano literalmente perdido en Estados Unidos.

Como se advertía ya desde su primera novela, Mala onda, Fuguet revela en su narrativa un oído muy dotado que le permite crear con la viveza del habla coloquial un mundo verbal no exento de contundencia fabuladora. Acá sucede algo similar con el español cruzado por anglicismos de las comunidades latinas en Estados Unidos: el spanglish fuguetiano, esa propuesta mestiza que se nutre de dos lenguas y también del cine y la música, es una herramienta con la que el autor de Las películas de mi vida levanta en Missing otra diégesis que suplanta a la “real”: algo que llamaríamos los Estados Unidos de Fuguet, un horizonte desolado  en el que los lazos familiares se diluyen al paso de los años, y el destino de un emigrante se convierte en una sucesión de hoteles, fugas y pérdidas.

Missing sugiere así una opción para el modelo de la novela que falta en el panorama de la ficción actual en Hispanoamérica, dominado aquí y allá por la intrascendencia de juguetes librescos y best sellers históricos sin densidad: una estructura de elementos plurales y movedizos y, también, un estilo híbrido, expresivamente contemporáneo. ~

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(Culiacán, 1976) es crítico literario y autor de la novela 'Cartas ajenas' (Ediciones B, 2011).


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