La gran batalla del “Pepín”

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Al mediodía del sábado ocho de abril de 1939 Octavio Paz y el pintor Jesús Guerrero Galván con sus respectivas esposas, Elena y Devaki Garro, y el periodista César Ortiz Tinoco departían en un céntrico restaurante de la ciudad de México –favorito de periodistas y gente de toros– cuando de pronto se armó la gran

Gresca por un “VIVA FRANCO”

Los Parroquianos del Restaurante “Pepín” Combatieron Denodadamente

Por un “viva Franco” se originó ayer tarde un mayúsculo

escándalo en el restaurante “Pepín” ubicado en los altos del café

“Tupinamba” en las calles de Bolívar, y en el que intervinieron

cuantas personas se encontraban ahí, incluyendo a varias señoras.

Así dice el Excélsior sobre un episodio más conocido que su contexto: la gresca fue una de las muchas que hubo en México luego de que Franco proclamó el triunfo rebelde el primero de abril. Durante ese mes cruel se exacerbaron los conflictos entre la Falange española local y la furiosa izquierda mexicana –como narra José Antonio Matesanz en Las raíces del exilio (1999). Al día siguiente de la proclama, la Falange había celebrado al fascismo con un banquete en el Casino Español que culminó con vivas a Franco, a Hitler y a Mussolini. En respuesta, el día 5 los obreros mexicanos rodearon el casino y armaron un alboroto que llegó al gas lacrimógeno y los balazos.

Lo ocurrido en el “Pepín” no pasó de zipizape, pero fue parte de esa furia. Según los diarios conservadores (Excélsior, La Prensa) Paz y su grupo lo iniciaron al agredir a unos pacíficos peninsulares; según los revolucionarios (El Nacional, El Popular) fueron los franquistas los provocadores. Todos coinciden en que un español lanzó el viva, un mexicano (Paz) reviró con un potente muera y, un minuto después,

hubo gritos, insultos, chillidos de mujer; vasos, copas, platos y cuanta vajilla había, que cruzaban el espacio y se hacían pedazos en tanto que las sillas volaban también. El tumulto amenazaba tomar gigantescas proporciones cuando intervinieron varios policías, pusieron el orden y detuvieron a varias personas.

Estos detenidos fueron el grupo de Paz y solo tres franquistas pues, según El Nacional, la dueña del restaurante propició la huida de varios más y el ministerio público de la Cuarta Delegación –previo unto de Méjico– puso en libertad al resto. El grupo de Paz estuvo detenido hasta pagar las multas, ya entrada la noche.

El Popular cabeceó damas mexicanas agredidas por gachupines falangistas. Los “periodistas revolucionarios” habrían mostrado su valor ante “la superior fuerza numérica” de los fachos, cuya cobardía incluyó golpear a una de las damas, que cayó privada de sentido (y que, dados sus estudios de arte dramático, debió ser Elena). El Excélsior argumentó que la dama se cayó no por un golpe, sino por hallarse en estado de ebriedad, lo mismo que sus camaradas, a quienes el médico de la delegación –también previo estímulo en efectivo– declaró sumariamente etílicos. La Prensa sazonó el sainete apuntando: “de que la gente de que se trata es brava no queda la menor duda porque en cuanto las hembras se dieron cuenta de que el fotógrafo les disparaba la cámara, una de las inodadas se armó con un limpiaúñas y por poco lesiona al redactor gráfico”. Aquella de las dos bravas hembras encarceladas por el mismo mitote (La Prensa) tuvo que ser Elena, que figura en la foto imitando a Marlene Dietrich. La punzocortante dijo llamarse “Elisa Ibarra de Paz” y su hermana “Eva Ibarra de Guerrero”. ¿Discreción de damas o error de reportero? El Popular informa también que, como Paz y Ortiz –que eran sus colaboradores– militan en el Sindicato Nacional de Periodistas, exigirá a la CTM que denuncie a los españoles abusivos y a los funcionarios corruptos ante el presidente Cárdenas. Dudo que Paz militase en ese sindicato, a diferencia de su amigo, el sinuoso Ortiz a quien Trotski denunciaría públicamente como agente de Stalin en 1940…

Ahora bien, la mañana de la gran batalla en el “Pepín” se había llevado a cabo un mitin del fascista Partido Nacional de Salvación Pública cerca del restaurante, y el Partido Comunista había enviado militantes “a contestar las agresiones”. ¿Estarían entre ellos Paz y sus camaradas? Guerrero Galván y Ortiz cargaban carnet del pc, lo mismo que Deva Garro (aunque hay que suponer que las damas, prudentes, no se habrán acercado), y Paz compartía la furia contra los provocadores fascistas. Durante ese mes de abril, esos provocadores cinturitas –juniors de la colonia española– eran quienes celebraban a Franco hostigando republicanos en lugares públicos. Cuenta Matesanz que unos días después del “Pepín” invadieron otro comedero, el “Gourmet”, del que huyeron despavoridos cuando un general mexicano y otros parroquianos sacaron sus fierros…

Paz aborreció a Stalin y detestó a Díaz Ordaz: a Franco además lo odió. Meses antes del “Pepín”, Paz celebró al Neruda de “El general Franco en los infiernos”, el poema más cargado de odio del siglo (“estiércol de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo…”). Sumó su ira a ese poema y celebró en Neruda al “juez justiciero, partidario de lo justo, de la vida, de España, contra la nada, contra la maldita caricatura que es el franquismo, contra toda la cloaca subhumana de sus legiones y cómplices”. Si esa furia estuvo en su muera Franco –y seguramente lo estuvo– se entiende que volaran sillas. ~

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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