Tras el mito del Buena Vista Social Club

¿Cómo explicar el éxito internacional de Buena Vista Social Club?
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En 1996 el guitarrista estadounidense Ry Cooder se aventuró durante una semana en La Habana para grabar un disco de música tradicional cubana. El resultado fue Buena Vista Social Club (BVSC), que a la fecha ha vendido más de 8 millones de copias, ganó un Grammy en 1998 e inspiró a Wim Wenders para dirigir, en 1999, un documental que fue nominado al Óscar.

¿Cómo explicar el éxito internacional del BVSC? De acuerdo con la  etnomusicóloga británica Jan Fairley en parte se debe a que es una música prerrevolucionaria y que por ello careció de censura o desprecio por parte de algunos sectores del público estadounidense.

“Ofrecía un mensaje histórico y cultural que excluía cualquier consideración de la Cuba revolucionaria. Así evitó polémicas, principalmente en Estados Unidos, que había mantenido un duro bloqueo económico a la isla desde poco después de 1959, con escasa aceptación a cualquier cosa de valor cultural que saliera de Cuba.”

El BVSC fue promocionado casi como un descubrimiento arqueológico de Cooder, quien habría recuperado del olvido a músicos como Ibrahim Ferrer (1927-2005), Rubén González (1919-2003) y Compay Segundo (1907-2003). Sin embargo, más allá del mito romántico una serie de acontecimientos propiciaron las condiciones que permitieron la realización y encumbramiento del disco. Por ejemplo, con la crisis económica cubana post-soviética se le permitió a algunas disqueras extranjeras trabajar en la isla. Así, la compañía independiente inglesa World Circuit pudo grabar en Cuba el BVSC. Poco antes, a inicios de los noventa, la empresa mexicana Discos Corasón editó la música de Eliades Ochoa  líder del Grupo Patria y quien se convertiría en un miembro esencial de la orquesta BVSC, gracias a sus extraordinarias versiones de “El carretero” y “Chan chan”.

Vale la pena recordar que muchos de los músicos del BVSC en realidad no habían dejado de tocar ni fueron completamente “redescubiertos”: La mayoría de los músicos, aunque no eran famosos, estaban en activo, solo Ferrer y González se habían retirado y vivían de su pensión y, Omara Portuondo ya era una artista de fama internacional. En este sentido, se puede decir que los talentos de músico y productor de Cooder se vieron beneficiados por el buen timing.

El éxito convirtió al proyecto en una marca. Los discos de quienes habían participado en la grabación eran publicitados bajo la leyenda “Buena Vista Social Club presents…” y  muchos años después de que la mayoría de los músicos originales hubieran muerto, la Orquesta Buena Vista Social Club seguía haciendo giras internacionales.

Para muchos cubanos esto le devolvió a Cuba cierto esplendor, pues antes del bloqueo la música cubana era la más vendida en el mundo dentro del rubro latino, según Fairley.

Pero para otros, representaba la resurrección de una música de museo que ocultaba la dura realidad cubana. Carlos Alfonso, del grupo Síntesis, se mostraba especialmente duro en una entrevista concedida a Stephen Foehr (Waking Up In Cuba, Sanctuary Publishing, 2001). “Hay música cubana tradicional con sus valores, pero el repertorio del BVSC era escuchado en hoteles, restaurantes. Nunca en los escenarios. La música de Buena Vista… es una forma de negar la realidad cubana y los problemas que enfrentamos.”

Más allá de la polémica, lo que se puede afirmar a casi 20 años del surgimiento de BVSC, es que marcó un hito para la música cubana a nivel internacional.  El álbum de 1997 abrió una hendidura en el bloqueo económico y a través de ella se conocieron desde los discos más tradicionales de Síntesis o Los Jubilados,  hasta el rock de Porno Para Ricardo. Incluso varios proyectos cubanos de hip-hop radicados fuera de la isla y que samplean música tradicional de su tierra, como Orishas y Nilo MC le deben parte de su éxito a la brecha que abrió BSCV.

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Sociólogo, etnomusicólogo, periodista y DJ.


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