Los docentes en México

¿Cuántos maestros hay en México? ¿Cuántos están realmente frente a un grupo de alumnos? ¿En qué condiciones trabajan? ¿Están bien pagados? 
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¿Cuántos maestros hay en México? ¿Cuántos están realmente frente a un grupo de alumnos? ¿En qué condiciones trabajan? ¿Están bien pagados? ¿Hace falta fortalecer las normales públicas? ¿Cuáles son los primeros efectos de la reforma educativa del presidente Enrique Peña? Estas son algunas de las preguntas que se podrían responder gracias a la lectura de Los Docentes en México. Informe 2015, que en abril de este año publicó el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE).

Una primera observación es que por cada docente frente a grupo hay, en la nómina, un trabajador de la educación que se dedica a otra cosa. Si sobre los primeros hay todavía opacidad, vacíos de información y ambigüedad entre los datos y la realidad, el universo de los no docentes es un continente perdido, gigantesco y poco explorado. El Informe vale por lo que dice (cuál es la situación de los docentes); pero para tener idea de la otra mitad del personal, hay que sumergirse en el Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial (Cemabe, que se realizó del 26 de septiembre al 29 de noviembre de 2013),[1]

Según los Indicadores del Sistema Educativo Nacional correspondientes al ciclo escolar 2013-2014, en educación básica hay un total, en números redondos, de 1 millón 200 mil docentes. De los cuales 575 mil están en primaria, 400 mil en secundaria y 226 mil en prescolar. El 87% de ellos labora en planteles públicos. Sin embargo, el propio INEE hace referencia a los resultados del Cemabe, según los cuales, al realizar el “pase de lista de personal”, se hallaron con credencial un millón 21 mil 35, de un total de un millón 130 mil adscritos.[2]

En cuanto a la preparación profesional con la que cuenta el magisterio, el INEE señala que la mayoría cuenta con licenciatura. En primaria, 50.7% cuenta con carrera terminada, 8.8% con normal superior y 9.8% con posgrado. En prescolar las cifras son muy semejantes; en secundaria son, respectivamente: 40.1, 25.9 y 17.5. Quienes no tienen carrera terminada son los docentes de mayor edad, quienes ingresaron hace décadas al servicio. Por lo que podemos suponer que esta carencia se suple satisfactoriamente gracias a la experiencia. En este aspecto, parece que no hay problema. Inclusive se observa que cada vez son más quienes cuentan con estudios de posgrado.

Uno de los temas que pueden resultar más interesantes es el del cálculo de los docentes en servicio que están y estarán en los próximos diez años en edad de jubilación. El INEE hace notar que la cantidad de egresados del subsistema de normales públicas no será suficiente para cubrir las vacantes que pudieran presentarse. De ahí que se infiera no solo la necesidad de su permanencia a largo plazo, sino también que sería justificado su crecimiento.[3] Lo que sí se consigna, es que las normales requieren fortalecerse en vista a que el servicio profesional que resulta de la reforma de 2012, condiciona, mediante concurso de oposición, la idoneidad de los docentes de nuevo ingreso. De tal modo que no solo se requerirán más normalistas, sino que deben estar mucho mejor preparados para aprobar las evaluaciones que corresponden al ingreso y la permanencia.[4]

Lo salarial resulta de lo más complejo. El INEE hace sus cálculos con promedios. La nómina se integra con tantas variables que no basta con saber qué tipo de plaza corresponde a cada pago: antigüedad en el servicio, acceso a programas de incentivos, si cuenta con título de licenciatura o posgrado, nivel en Carrera Magisterial (CM), el tipo de sostenimiento de la escuela (federal o estatal), etcétera. El informe mismo reconoce que “por la carencia de información de las nóminas de las entidades federativas, no ha sido posible estimar los sueldos mensuales promedio de los docentes cubiertos con fondos propiamente estatales”.[5]

Lo que sí logra identificar es una notoria diferencia entre los salarios de los profesores de las escuelas indígenas respecto a los demás. Por ejemplo, en prescolar, entre los profesores más jóvenes de reciente ingreso al servicio, los de educación indígena reciben en promedio 9 mil pesos mensuales netos, mientras que los que trabajan en planteles generales tienen un salario mensual neto de más de 11 mil 500. Injusto no solo por ser contrario al principio de “a igual trabajo igual salario”, sino también porque los que laboran en planteles indígenas se encuentran en peores condiciones en cuanto a infraestructura y mobiliario para cumplir adecuadamente con su labor, además de que frecuentemente tienen que realizar labores administrativas y directivas.

En secundaria, están mucho mejor pagados los de la telesecundaria, quienes en promedio obtienen 17 mil pesos mensuales netos y sin Carrera Magisterial, en tanto sus homólogos de la secundaria que se denomina general reciben solo 11 mil pesos. Quienes sí cuentan con carrera magisterial, en el nivel más alto, los de secundarias técnicas obtienen más de 38 mil pesos y los de telesecundaria cerca de 49 mil. Aquí el problema es que en los años recientes se han “pulverizado” las plazas de tiempo completo y se han creado por horas. El INEE no lo dice, pero necesariamente esta transformación implica que quienes ingresan al servicio lo hacen en condiciones menos ventajosas. Actualmente la mitad del profesorado en este nivel está contratado por horas y solamente uno de cada diez labora por jornada completa o tres cuartos.

Al hacer la comparación de los ingresos de los docentes con los de otros profesionistas, el INEE destaca diferencias por género. Según esto, más de la mitad de otras profesiones ganan menos que las docentes de secundaria, con todo y la fragmentación que ha reducido las oportunidades de laborar en jornada completa. En cambio, para los varones la docencia es una profesión en la que se encuentran en ligera desventaja salarial respecto a la mayoría de otros profesionistas. Sin embargo, la profesión docente, especialmente en planteles públicos, mantiene ventajas comparativas tanto por la seguridad en la permanencia del empleo como por las prestaciones sociales.[6]

Por su información, conclusiones y recomendaciones, el informe constituye un referente indispensable para orientar la discusión sobre las políticas públicas en materia de educación para los próximos años.

 

 


[1]“Aunque el CEMABE [sic] no pudo completarse en todas las entidades del país, la cobertura alcanzada permite contar con información nueva y valiosa para casi todo el sistema de educación básica y especial. La cobertura de escuelas, matrícula y docentes fue mayor a 90%, aun considerando la baja tasa de respuesta de Oaxaca, Guerrero y Michoacán; con excepción de estas tres entidades, en el resto la cobertura fue superior a 95%.” INEE (2015). Los docentes en México. Informe 2015. México: INEE, p. 19.

[2]Estuvieron presentes sin credencial más de 52 mil docentes.  Los motivos por los que no contaban con ella no se precisan; pero existe la posibilidad de que una parte de ellos no sean los titulares de las plazas que laboran. En cuanto a los no presentes, se cuentan los comisionados con distintos motivos, los que tienen alguna licencia o permiso, los que están en capacitación, los que trabajan en otro turno y los que faltaron a trabajar. Entre las funciones que realizan los no docentes, hay una que se denomina “no especificado”. Es difícil suponer a qué se refiere y se trata de una población gigantesca: 315 mil 277. De ella, oficialmente hay 270 mil 346 que “no trabaja en el centro de trabajo”, a 32 mil 22 (uno de cada diez) ni siquiera los conocían en donde preguntaron por ellos y sólo hubo presentes con credencial en el momento del censo 6 mil 681. 

[3]En 2018, cumplirán los requisitos para pensionarse 61 mil 376 docentes, de los cuales 56 mil 518 laboran en escuelas públicas; 86.9% de ellos podrán optar por el mecanismo de jubilación. En 2023, la cifra se elevará a 160 mil 166 docentes, de los cuales la mayoría (150 mil 082) será de escuelas públicas. En el corto plazo, el número de pensionados potenciales en preescolar (6 mil 321) es cercano al número de egresados de normales observado recientemente. Pero el número de vacantes en educación primaria (48 mil 212) y secundaria (33 mil  606) será muy superior al de egresados normalistas de los últimos años (de aproximadamente 9 mil y 8 mil, respectivamente). Ibidem, pp. 47-49.

[4]Concluye el INEE: “Quizá debido a las condiciones en que trabajan las escuelas normales, y a juzgar por los bajos resultados de los exámenes que hasta hace poco se aplicaban a mitad y término de la carrera, la formación que ofrecen deja mucho que desear. Porcentajes muy cercanos o superiores a la mitad de los alumnos obtienen resultados insuficientes en estos exámenes, lo que indica que no están siendo adecuadamente preparados para ejercer la docencia”. Ibidem, p. 157.

[5]Ibidem, p. 68.

[6]El Sistema Nacional de Clasificación de Ocupaciones (SINCO) identifica y agrupa a los profesionistas con los requerimientos más altos para ingresar al mercado laboral en los siguientes grupos: 1. Ingenieros, arquitectos y técnicos afines; 2. Profesionales en ciencias exactas; 3. Profesionales de la salud; 4. Profesionales en ciencias sociales; 5. Economistas, administradores y contadores; y 6. Docentes de educación básica. En el caso de varones, los docentes de secundaria ganan menos que los grupos de ingenieros, arquitectos y técnicos, profesionales de la salud y profesionales en ciencias exactas. Las docentes en Secundaria obtienen ingresos superiores a los de las profesionales en ciencias exactas, en ciencias sociales así como el grupo de las economistas, administradoras y contadoras. Ibidem, p. 75.

 

 

 

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Politólogo y comunicólogo. Se dedica a la consultoría, la docencia en educación superior y el periodismo.


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