Liderazgos grises

Todo parece indicar que las próximas elecciones legislativas serán confusas, y si predominan la confusión y el oportunismo, tendremos líderes enclenques y mediocres.
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Los líderes políticos en México tienen muy mala fama y desde hace años son vistos con desprecio por una gran parte de la ciudadanía. Ciertamente, en la historia reciente no han surgido grandes líderes o estadistas. Posiblemente el último gran político en México fue Lázaro Cárdenas. A partir de los años cuarenta del siglo pasado, en todos los niveles de la política, ha habido una sucesión de liderazgos grises y sosos muy poco atractivos. Creo que han sido las peculiaridades autoritarias del sistema político las que han mantenido por los suelos la calidad de las élites políticas mexicanas. Además de la Presidencia y de los altos funcionarios del Poder Ejecutivo, el escenario más visible donde los ciudadanos pueden contemplar la manera en que actúan los líderes son las cámaras de diputados y senadores. Estas cámaras son, para bien y para mal, un reflejo de la vida política mexicana. Son también la cocina de los liderazgos políticos. Allí podemos observar las innovaciones traídas por la transición democrática y también los lastres de las tendencias autoritarias restauradoras.

Dentro de estas últimas tendencias, aprovechando la mala imagen que proyectan los diputados y los senadores, hay quienes quieren rebajar una de las dimensiones positivas que tiene el Congreso: su proporcionalidad. Ya el ahora presidente Peña Nieto, durante su campaña electoral, había propuesto la eliminación del límite de 8% en la sobrerrepresentación legislativa. Ahora el dirigente del PRI, continuando aquella idea, propone eliminar la mitad de los representantes plurinominales. Para ello quiere impulsar una consulta popular, a pesar de que la Constitución (art. 35, VIII, 3o.) prohíbe expresamente que "la materia electoral" sea puesta a consideración. El argumento de que no se trataría de un tema electoral, sino de una cuestión relativa a la estructura del gobierno, no es más que un truco propagandístico. Cuando la Suprema Corte de Justicia tenga que abordar la constitucionalidad de las consultas populares en materia de plurinominalidad y reforma energética, muy probablemente desechará ambas propuestas. Pero el PRI habrá logrado enturbiar la discusión con una propuesta que, sin embargo, revela sus tendencias autoritarias y restauradoras.

¿Podar las cámaras de senadores y diputados podría mejorar la calidad de los legisladores, como si fueran rosales que han crecido demasiado? Me temo que la poda que propone el PRI no estimularía que crecieran flores en las ramas legislativas del poder. Por el contrario, provocaría que se marchitasen los aspectos democráticos que se basan en la proporcionalidad de los actuales mecanismos electorales.

Otro aspecto que refleja la baja calidad de la clase política mexicana es el curioso enroque de las propuestas del PAN y del PRD para una consulta popular. La derecha defiende una elevación del salario mínimo y la izquierda plantea la defensa del patrimonio nacional como su compromiso principal. Las cosas están al revés: la izquierda es nacionalista y la derecha es igualitaria. No sabemos si los temas de consulta aterrizarán en preguntas planteadas a los electores en junio de 2015; lo que sí es seguro es que formarán parte importante de la propaganda para buscar el apoyo de los votantes.

La izquierda ha colocado la lucha contra la reforma energética como su principal argumento, sin darse cuenta de que no es un tema candente que interese a la ciudadanía. El PAN está también extraviado y busca moverse hacia el centro y hacia la izquierda, en un intento que parece vano por recuperar el electorado que le ha quitado la política reformista del presidente Peña Nieto. El PRI, principal causante del desprestigio de la clase política, quiere paradójicamente capitalizarlo para ganar espacios en las cámaras. Todo parece indicar que las próximas elecciones legislativas serán confusas, con cuatro partidos políticos principales contendiendo, dos de derecha y dos de izquierda.

Los liderazgos crecen durante las campañas electorales y con el ejercicio de las funciones legislativas. Pero hay tendencias que dificultan el surgimiento de nuevos cuadros, frescos e innovadores. Si predominan la confusión y el oportunismo, tendremos líderes enclenques y mediocres. Las luchas intestinas poco claras en los partidos y la corrupción en los escenarios políticos no ayudarán. Son formas degradadas de la política que no auspician la creatividad ni la claridad.

 

 

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Es doctor en sociología por La Sorbona y se formó en México como etnólogo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.


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