Entonces

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Cuando el mundo se convirtió en el mundo

la luz brillaba como de costumbre

sobre un reloj indiferente,

el aire estaba lleno de comienzos

y mil veces en mil calles distintas

alguien se tropezaba en una piedra

y esa piedra le abría los ojos;

fue la ocasión que todos esperábamos

para tomar las mismas decisiones,

besar de nuevo el mismo suelo,

decir los hasta luego de anteayer;

y el rostro amado y rutinario

que fingía escuchar

o brindaba una mano distraída

volvió a apartarse antes de tiempo.

Detrás de las ventanas crecía la penumbra,

una gaviota hurgaba en la basura

y los niños jugaban casi a ciegas

ignorando los gritos de sus madres.

Era un día cualquiera en la ciudad,

con su ruido de fondo en nuestras venas

y el hollín de la noche borrando cercanías.

Quien guardó una moneda en su bolsillo

no fue más rico a la mañana.

Nada ocurrió que pueda recordarse,

ninguno de nosotros se dio cuenta

cuando el mundo se convirtió en el mundo. ~

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(Gijón, 1967) es poeta, crítico y traductor. Ha publicado recientemente 'Perros en la playa' (La Oficina, 2011).


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