El miedo al fondo del pasillo

En el oscuro fondo de cualquier corredor de cualquier edificio hay tantos monstruos como en un espejo. ¿Quieren pasar a verlos?
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En la primera página de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius Borges no escribió: “Desde el fondo remoto del espejo, un corredor nos acechaba. Descubrimos (en la alta noche ese descubrimiento es inevitable) que en todos los corredores habita algo monstruoso.” Debió hacerlo: en el oscuro fondo de cualquier corredor de cualquier edificio hay tantos monstruos como en el espejo. Lo supieron los maestros del cine mudo. Al fondo del pasillo están los no muertos y su sed de sangre humana. Así en Nosferatu (1922): 

Ésos son los vampiros de la sobrenaturaleza. Pero hay vampiros aquí, en este mundo táctil y apestoso, y vienen a chuparte también desde el final del corredor. Vienen por tu dinero, por tu sexo; vienen a castigarte porque vas saliendo de un putero. Como este padrote, que acecha desde lo oscuro en Taxi driver (1976):

Hay veces que no sabemos qué hay al fondo del corredor pero algo hay y nos aterra –y tal vez nosotros le parecemos aterradores a esa presencia incomprendida. ¿Por qué se queda ahí, por qué no se muestra ya? En la fiesta, en cualquier fiesta respingada, todo tiene un buñueliano sabor de hipocresía. Todo salvo esa figura –es un hombre, dicen, pero acaso no– al final del oscuro corredor. La figura avanza y nunca llega. Tal vez es el extraño de Lovecraft, que es inocente pero no se reconoce entre los hombres porque no son sus semejantes. La película es La puerta (1968) de Luis Alcoriza. Véanla completa, dura menos de quince minutos:

Los cineastas saben que el fondo del corredor es terriblemente plástico: un punto de fuga dentro de un cuadro dentro del cuadro. Cuando tu madre muerta venga a recogerte lo hará desde ese cuadro interior. El corto es Mamá (2008) de Andy Muschietti:

No te asomes:

No voltees:

Y nunca de los nuncas intentes grabar la presencia que habita en el pasillo. En el pasillo está lo negro que nadie se atreve a nombrar:

En el pasillo está el diablo y el diablo no te va a dejar que lo veas sin llevarte con él a donde debiste estar desde el principio. Tú no lo ves en esa penumbra, parece que hay un hueco y nada más:

Un parpadeo y el diablo se muestra: está ahí, ¿viéndote?, en el fondo del pasillo. Un instante más tarde estarás muerto:

En el fondo del corredor hay tantos monstruos como en el espejo. Y a veces el corredor es el espejo y el rostro que devuelve es tu rostro verdadero: deforme en una mueca de horror o risa enloquecida. Mejor cierra los ojos.

http://www.youtube.com/watch?v=WSXhb0kPXLc

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Escritor. Autor de los cómics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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