Only Lovers Left Alive

Con su más reciente película, Jim Jarmusch le da un giro original a las convenciones de los vampiros cinematográficos 
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Los vampiros mutaron en el cine a través del tiempo, adoptando una forma diferente en la obra de cada autor. El mito es solo una excusa narrativa para que el cineasta pueda crear al monstruo a su gusto y capricho. Desde Nosferatu (1922) hasta Only Lovers Let Alive (2013), los vampiros han ido modificando sus habilidades y limitaciones, alejándose y jugando con el arquetipo que popularizó Bram Stoker.

F.W. Murnau creó un vampiro con colmillos en los incisivos centrales, ojeroso y calvo. Además, fue él quien inventó que a los vampiros los mata la luz del sol, idea que la literatura y el cine pusieron en práctica hasta el presente. Tod Browning nos hizo creer que Bela Lugosi era el verdadero Drácula. El Drácula de Stoker es barbado y salvaje mientras que el Drácula de la Universal es atildado y caballeroso. Carl Theodor Dreyer construyó en Vampyr un relato donde los vampiros son tan poderosos que ninguna autoridad puede detenerlos. Muchas décadas después, Tony Scott se alejó de los directores mencionados y decidió que los protagonistas de The Hunger (1983) no usarían sus colmillos para convertir al mortal en presa, sino el dije (Anj, el símbolo de la vida eterna) del colgante que lucen en sus cuellos. Otro de los muchos cambios significativos es que los inmortales pueden pasear durante el día por las calles ya que los rayos solares no les hacen daño. Estas cuatro películas fueron, según Jim Jarmusch, una fuente de inspiración para escribir la historia de Adam y Eve. Sin embargo, quizás su influencia más importante fue Interview with the Vampire (1994), la película de Neil Jordan basada en la novela de Anne Rice de 1973.

(Antes que una película de vampiros, Only Lovers Left Alive es la historia de un amor platónico entre un director y su actriz fetiche. El décimo segundo largometraje de Jarmusch retrata cómo sobrevive la pasión entre dos personas a través del paso del tiempo; en este caso, cientos de años. La admiración que Jarmusch siente por Tilda Swinton es tan inmensa que tuvo que transformarla en vampiro para que no muera nunca. Swinton trabajó con el director en The Limits of control (2009) y en Broken Flowers (2005): cuando Jarmusch la encuadra todo lo que la rodea se desluce, como si en ese momento el cineasta solo tuviera ojos para ella y toda su extraña belleza. Tilda Swinton muta en cada película, como lo han hecho los vampiros desde su nacimiento, y Jarmusch aprovecha ese don para jugar a cortarle el cabello y cambiarle la ropa como si fuera su muñeca favorita. Adam, el personaje interpretado por Tom Hiddleston (quien reemplazó a Michael Fassbender), es el reflejo distorsionado de Jarmusch, apenas disimulado por una peluca negra. Todo lo que dice y hace nos confirma que, a través de ese actor, es él quien toca las canciones de su banda de música, tiene colgados en la pared las fotos de artistas y científicos que idolatra (Poe, Tesla, Kafka), y extraña épocas pasadas mientras detesta la sociedad contemporánea).

Los vampiros de Jarmusch sufren por los mismos motivos que cualquier mortal y es en ese camino escogido donde se cruza con Interview with the Vampire. Adam tiene mucho de Louis (Brad Pitt): ambos personajes son nostálgicos, benévolos y no soportan la idea de quitarle la vida al prójimo porque los asfixia la culpa. Lidian día a día con un vacío existencial que nada lo llena, que todo lo expande. "¡Tu maldad es que eres incapaz de ser malo!", le grita la pequeña Claudia (Kirsten Dunst) a su protector Louis (Brad Pitt). Además, hay otras similitudes relevantes en la estética de los vampiros: el cabello largo en los hombres, los ojos feroces con pupilas dilatadas en el momento de atacar a la víctima, los colmillos en los molares, la mirada melancólica, pero, sobre todo, ser glamorosos y no atemorizantes. Los vampiros de las dos películas saben que el sol es como la kryptonita, pero la gran diferencia entre ambos directores es que Jarmusch no exhibe ese instante en el que los chupasangre  clavan sus colmillos en el cuello, porque a él no le interesa acercarse al clima de horror.

¿Qué sentido tiene narrar una película de vampiros sin abordar sus rituales? Jarmusch basó su historia en una de las convenciones más importantes de los vampiros: los viajes. Adam y Eve se trasladan de Tánger a Detroit y de Detroit a Tánger; cuando miran por la ventanilla del auto el contraste de los paisajes de cada ciudad puede percibirse la esencia de la filmografía de Jarmusch: su cine flota en la idea del desplazamiento, físico y emocional. "Huir es la vida; quedarse es la muerte", le escribe Eli a Oskar en Let the Right One in (Tomas Alfredson, 2008), una de las mejores películas de vampiros del cine contemporáneo. Jim Jarmusch viaja sin cesar, de proyecto en proyecto, componiendo sus alter egos, porque sabe que sus películas le regalarán el mayor sueño del artista: solo ahí, la relación entre dos personas durará para siempre.

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Maia Debowicz nació en 1985 en Buenos Aires, Argentina. Fanática del cine de acción, divide su vida entre la crítica de cine y las artes visuales.


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