Náufrago en la luna

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Nadie —decía John Donne— es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra. Sin embargo, a veces somos náufragos de nosotros mismos, navegamos sin sentido por las ciudades, por las calles colmadas de gente y nos transformamos en una isla irremediablemente huraña y perdida que necesita que otro navegante —huraño y perdido— encalle cerca de nosotros para hallarnos.

La soledad y el encuentro de dos seres aislados —física y psicológicamente— es el punto de partida del segundo largometraje de Hae-jun Lee titulado Náufrago en la luna (2009), una película proyectada en el marco de 30º Foro Internacional de la Cineteca que, desde su sinopsis, seduce por su ironía y aguda sensibilidad. Empujado por la crisis económica y el yugo de los intereses crediticios, Kim (Jae-yeong Jeong), un ejecutivo mediocre, se lanza al río Han con la esperanza de suicidarse, pero su intento se ve frustrado al despertar en una isla desierta en medio de la gran ciudad. Enfrente de este paradero desolado vive su contraparte, también de nombre Kim —interpretada por la cantante de pop Ryeo-won Jeong—, una joven retraída que ha permanecido enclaustrada en su habitación, siendo Internet y una cámara fotográfica su único contacto con el mundo exterior.

Deliciosamente musicalizada y con un ritmo suave y fluido que lleva al espectador por diversos estados de ánimo, Náufrago en la luna es una obra que explora la fragilidad del ser humano desde la comedia romántica, pero con un toque que oscila entre lo absurdo, lo lúdico y la poesía. Si bien en algunas escenas (sobre todo al comienzo de la película), sus referencias y metáforas pueden resultar ligeramente forzadas y ser lugares comunes, la acertada actuación —y transformación— de sus protagonistas y un guión profundo logran crear una atmósfera donde la comunicación más elemental y los objetos más insignificantes (los fideos o el plástico burbuja) esconden sentimientos e instantes dramáticamente potentes.

Al igual que otras películas del cine surcoreano contemporáneo como I’m a Cyborg, but That’s OK de Park Chan Wook, Náufrago en la luna es una propuesta fresca y divertida, ideal para introducirse en la renovada filmografía de este país, que se aleja de la crudeza de películas como La Isla o de la contemplación detallada, casi inmóvil, de Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera —ambas del reconocido director Kim Ki-duk— y, por supuesto, de los clichés de artes marciales que todavía abundan en el cine asiático. Náufrago en la luna es una obra fácil de apreciar, ligera y amigable, que no agrava el distanciamiento cultural y no exige conocer la idiosincrasia coreana para entenderla y disfrutarla. Una cinta que ahonda en los problemas urbanos y en los sinsabores de la vida moderna sin dejar de contar una historia de complicidades y de ese misterioso sentimiento que muchos de nosotros llamamos amor.

-Eunice Hernández

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Es escritora, historiadora y gestora cultural. Colabora en diversas revistas literarias y próximamente publicará la novela Mundo Espiral.


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