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La democracia sale del pasmo

Ojalá los demócratas de Estados Unidos y el mundo construyan una salida a este drama en el que, literalmente, a todos nos va a vida.
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En torno a las sanciones impuestas el 29 de diciembre de 2016 por el presidente Barack Obama a los servicios de inteligencia rusos, Konstantin Kosachyov, Director del Comité de Asuntos Extranjeros de la cámara alta (upper house) del Parlamento ruso, declaró: “esta es la agonía ya ni siquiera de patos cojos (lame ducks), sino de cadáveres políticos”.

En una nuez, la frase condensa toda una realidad. En efecto, el ascenso y el triunfo de Trump pasmó a la democracia americana al grado de convertir a buena parte de sus protagonistas en “cadáveres políticos”. El pasmo duró hasta que Barack Obama y sus servicios de inteligencia, en una manifestación de fuerza concertada, han levantado la cabeza y deciden responder frente a la interferencia extranjera (la mayor de su historia en tiempos de paz) expulsando a una treintena de diplomáticos rusos y poniendo la lupa sobre su centro de actividades.

Se tardaron, obviamente. El pasmo se debió a una múltiple conjunción, infernal como de magia negra: la victoria más imprevista (y horrorosa) concebible, el revés de Stranger Things, el “no puede haber ocurrido esto”, un triunfo que reúne el abanico completo de lo peor de Estados Unidos en una toma de poder perfectamente coordinada, segura de sí misma, arrogante y agresiva.  

¡Y qué conjunción! Una universidad que enaltece incluso a cualquier universidad patito mexicana; inmensos fraudes contra las personas más desarmadas; burla de la ciencia, las leyes e instituciones; predicadores grotescos esparciendo sus ataques retrógrados contra las mujeres y la libertad sexual; toda una sociedad de mentirosos profesionales al servicio del racismo y el supremacismo. Los impresentables, en los primeros cargos de Estado. Y por si fuera poco, la alta traición como primer plato: la alianza más descarada, para obtener el triunfo, con el servicio de espionaje del viejo enemigo histórico, duplicada por la descalificación del legítimo adversario democrático.

Escuchen al ruso: por encima de cualquier disimulación de la intervención en política extranjera, ratifica la interferencia y la eleva a la categoría de bullying, de reto de matón ruso de película: “sí, y qué”. Por lo que hace a Trump, el mensaje es simple: mato mi democracia porque elegí tu modelo. Es la tierra de Breitbart, de la extrema derecha virulenta: construyen un nuevo orden mundial.

El presidente Obama y la democracia de Estados Unidos, convocando la unión vital con su propia capacidad de fuerza, han reaccionado al fin, golpeado a su vez. Y con este acto salen del pasmo. Ojalá los demócratas de Estados Unidos y el mundo construyan a partir de ahí una salida a este drama en el que, literalmente, a todos nos va a vida.

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