La gorda que canta

El Día de Muertos llegó una semana después de la Serie Mundial. El beisbol es el deporte que mejor refleja la vida.
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Ir y volver. Decirle a los vivos de qué valen las calaveras de azúcar y el cempazúchitl, la calabaza y el pan de muerto.  ¿A dónde fueron veloces y fatigados? ¿Oyeron nuestro canto en el tristísimo panteón? Los rituales son para los vivos, los funerales un rito de paso.  La muerte puede durar años más allá de la inhumación. El duelo prolonga la muerte. La muerte existe, como dice un poema de Sabines, para que la vida continúe. Pero, ¿quién está verdaderamente en la región perdida -¡oh cielo santo!- y sin poder volar?

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El beisbol quizá sea el deporte que más se asemeja a la vida. Está dividido en tres etapas como edades en las cuales sucede lo mismo pero de diferente manera. Su tendencia es cíclica y repetitiva. Por lo mismo puede ser muy aburrido. Pero en el detalle yace su grandeza. Breves chispazos de luz y acción lo animan, Hacen soñar que el juego siempre es así. Si no prestas atención, si no estás cuando tienes que estar, te lo pierdes; las oportunidades llegan a cuentagotas y cada vez son menos. O la libras o quedas fuera. Pero mientras haya juego, hasta que se cante el último out, queda esperanza. Como diría Yogi Berra (1925), legendario catcher de los Yankees de Nueva York: “No se acaba hasta que se acaba”.
 

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Frases de Yogi Berra: “El pasado no es lo que antes era”.
 

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¿Cómo explicar el deseo de cobrar vida a través de la inmolación voluntaria?  La agonía conjuga el pavor y el éxtasis. La destrucción y la creación. Axayácatl se sube al poste, insta a los mexicanos a no entregarse pacíficamente a los chalcas, a pelear hasta la muerte “porque de su sangre beberán sus descendientes” y se avienta a la pira que se había dispuesto, dando vida a sus huestes en el momento de su sacrificio.  Así se acerca el último bateador al plato para enfrentar al pitcher cerrador que tira piedras de noventa y ocho millas por hora. Está a un out de la derrota. Un strike, dos. Otro más y todo se acaba. Pero aprieta las manos en el cuello del bat, mide su tiempo y ciegamente encuentra la siguiente bola en el centro de su swing para mandarla a las gradas. Nos vamos a extra-innings. Esto no se acaba hasta que cante la gorda. It´s not over until the fat lady sings. Y la gorda aún no ha cantado, aunque sepamos que eventualmente cantará para todos. O como dice un poema de Gutiérrez Nájera: “la vida nos dice aún, soy tuya/aunque sepamos bien que nos traiciona”.
 

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Frases de Yogi Berra: “Nunca dije todo lo que dije”.

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Al cierre del acto final de la última ópera del ciclo del “Anillo de los Nibelungos” de Richard Wagner, El ocaso de los dioses, Brunilda, generalmente interpretada por una soprano gorda, cabalga a la pira para limpiar al anillo de su maldición. El Rin se desborda y apaga las llamas. Las doncellas se sumergen y recobran el anillo purificado. Pero el cielo se enciende y revela el interior de Valhalla. El Salón de los dioses prende fuego y héroes y deidades por igual se consumen en las llamas. Cae el telón. Se apaga el mundo.

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Frases de Yogi Berra: “Siempre pensé que ese record se mantendría hasta que alguien lo rompiera”.

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Al final de la novela corta, Zooey, de J.D. Salinger, Franny y Zooey recuerdan como su hermano Seymour les pedía que hicieran las cosas por el orgullo de la práctica, por valor propio, por la ética que cuaja al ser en cada una de nuestras acciones. "Do it for the Fat Lady", les decía. Ellos no entendían, pero lo hacían, porque Seymour se los pedía. En sus mentes infantiles se imaginaban a una señora gorda de piernas gruesas y venosas, con cáncer, sentada en una mecedora en el porche su casa, matando moscas, con el radio a todo volumen. Procuraban sacarle brillo a sus zapatos, o ser graciosos, o lo que fuera, por complacer a la señora gorda. “La única preocupación […] debe ser procurar algún tipo de perfección”, le asegura Zooey a Franny, “bajo tus propias premisas y las de nadie más […] No hay nadie en el mundo que no sea la Señora Gorda de Seymour”. Esa noche, antes de caer dormida profundamente y sin sueños, Franny se quedó ahí, viendo el techo, sonriendo.

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Frases de Yogi Berra: “Cometimos demasiados errores equivocados”.

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Seymour se suicida en uno de los cuentos de Salinger, mientras estaba de vacaciones en la playa con su esposa, un día perfecto para un pez plátano.

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Antropólogo. Doctorando en Letras Modernas. Autor de dos libros de poesía. Bongocero. Nace en 1976. Pudo ser un gran torero pero...


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