Las mejores películas del año

Nuestros colaboradores escogen las nueve mejores películas del año. Y la peor. 
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Con la colaboración de Luis Reséndiz, Lilián López Camberos, Ricardo Zárate y Daniel Krauze.

Frances Ha

Pudo ser una cinta promedio: pudo ceñirse a su anécdota, a su contexto; pudo pasar —como algunos miopes pretendieron hacerla ver— como un émulo genérico del Woody Allen neoyorquino. No fue así: Frances Ha es una película brillante, bellamente filmada, editada y dialogada; profundamente emotiva, capaz de conectar con cualquier ser humano que haya experimentado eso que llaman crisis existencial. (L.R.)

Giant God Warrior Appears In Tokyo

La primera incursión del estudio Ghibli —la casa productora de Hayao Miyazaki— es un portento: un aire de destrucción mística recorre los diez minutos del filme; un soplo casi bíblico que anuncia un apocalipsis peor del que se puede esperar. (No en vano dirige Hideaki Anno, creador de Neon Genesis Evangelion.) En un momento, Giant God Warrior Appears In Tokyo muestra una tristeza aplastante, devastadora: justo lo que habría de esperarse de un dios gigante que se materializa en medio de una ciudad con la intención de pulverizar a la raza humana.

Una versión sin subtítulos puede verse aquí. El efecto se mantiene. (L.R.)

Leviathan

Innovadora en más de un sentido —por su temática, por la tecnología usada para su filmación—, Leviathan es un recorrido demencial por el mundo de la pesca. La cinta no tiene diálogos, no tiene trama; está formada con imágenes escalofriantes de tan ajenas, tomadas en ángulos imposibles y desde lugares inusuales. La sensación de verla es sobrecogedora, como presenciar un tornado. Leviathan no es sólo una película: es una fuerza de la naturaleza. (L.R.)

La vie d'Adele

Un viaje desgarrador al interior del ser humano. Durante tres horas, el ojo invasivo de Abdelladif Kechiche registra las pulsiones de un personaje que, como en un acto de prestidigitación (gracias al estilo naturalista en el que fue filmada), se vuelve real de una manera extraña: de pronto no es Adèle sino uno mismo y desde sus ojos todo se vive dos veces. La vie d'Adèle es una película que permanece y cuyo fuego no se extingue fácilmente. (L.L.C.)

Inside Llewyn Davis

Los Coen vuelven con una fábula sobre la naturaleza inasible del quehacer artístico. Llewyn Davis es un idiota, es adorable, es maligno, es torpe, tal vez tiene talento: derrotado y vulnerable, su pequeña odisea constituye el reverso de los que triunfaron. Tal vez uno de los personajes coenianos más entrañables, al asistir a su historia hay breves pincelazos de la real americana, tan importante en la obra de los hermanos cineastas. (L.L.C.)

Before Midnight

Si en Before Sunrise el amor es una posibilidad luminosa, en Before Sunset es una decisión dura y dolorosa. Al inicio de esta última, Jesse establece una tipología entre los cínicos y románticos: queda claro a qué categoría pertenece él, pero no tanto con Celine, quien se traslada de una creencia a otra por medio de una búsqueda genuina y humana. Ahora, en Before Midnight, el amor consumado se vuelve una chamba ardua. Mucho más oscura y realista que las últimas, sobre ella sólo puedo confesar mi naturaleza: estoy convencida de que Celine y Jesse estarán juntos hasta su muerte. (L.L.C.)

Otras que me gustaron (sin orden específico):

Frances Ha

Spring Breakers

The Place Beyond the Pines

Prince Avalanche

The Great Gatsby

Room 237

Los amantes pasajeros (L.L.C.)

Mud

El tercer largometraje del director Jeff Nichols es, sin más, un triunfo del cine independiente norteamericano. Mud, protagonizada por Matthew McConaughey, un actor en alza, es una historia sureña con una resonancia emotiva descollante. Que nadie se sorprenda. Si una obra maestra se avecina, vendrá de la mano de Nichols. (R.Z.)

Only God Forgives

Después del éxito de Drive, Nicolas Winding Refn tuvo carta abierta para filmar lo que quisiera. El cineasta danés pierde el oremus con una historia de venganza con inconfundible tufo edípico. Los personajes zombificados, el exotismo del ambiente y la violencia desbordada, colocan a la película cerca de la frontera de lo gratuito y esperpéntico. “Sé que jodí a la audiencia, y eso es todo lo que realmente me propuse a hacer”, dice Refn. Y es cierto. Su metraje divide opiniones, como si estas fueran cortadas por una espada wakizashi. (R.Z.)

Blackfish

Un documental de denuncia cuya fuerza queda clara adentro y afuera de las salas. Gracias a su estreno y difusión a través de los medios y las redes sociales, la historia de Tilikum, una orca que ha pasado más de veinte años en cautiverio, ha puesto en jaque a sus dueños: la empresa de espectáculos SeaWorld. Y no es para menos. Los eventos que Blackfish narra de manera brutal alarmarán a cualquiera que tenga un interés, por más remoto que sea, en el mundo animal. (D.K.)

Y la peor:

Jobs

¿Por dónde empezar a hacer pedazos a este torpísimo biopic de Steve Jobs? A mí, que estoy tan lejos de ser un Applezombi, la fidelidad con la vida real me tiene sin cuidado (y aunque lo fuera: no creo que una película le deba ninguna lealtad a los hechos verdaderos). Así que esa no es mi bronca con la cinta de Joshua Michael Stern, una narración inepta, vaga y eterna, encabezada de forma deficiente por Ashton Kutcher, que confunde la parodia con la encarnación. ¿Es peor la nueva de Adam Sandler? Probablemente. Pero para entrar en este indecoroso apartado vale tomar en cuenta las aspiraciones de la película, y Jobs se muere de ganas de ser relevante. (D.K.)

 

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