La evolución de la tecnología en pantalla

Cada vez es más común ver películas o series de televisión que emplean mensajes de texto y redes sociales. ¿Cuál es la manera más efectiva de incluirlas en la historia? ¿Hacia dónde se dirige esta tendencia? 
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La comunicación en Internet, especialmente a través de las redes sociales y los dispositivos móviles, está comenzando a abrirse un espacio cada vez más grande en la narrativa del cine y la televisión. La primera vez que recuerdo haber visto una ventana de texto en una película fue en Trust (2010). Clive Owen interpreta a Will, un padre obsesionado con encontrar al hombre que abusó sexualmente de su hija. El desconocido seduce a la adolescente a través de un chat.

Por supuesto, Trust no es la única película que echa mano del recurso de mostrar la interacción entre dos personajes en una plataforma digital, ni la primera que toca esta temática; sin embargo, en ese momento era de las pocas que usaban los mensajes de texto sobre la toma para contribuir de una manera substancial a la trama. En los caracteres fluorescentes podemos encontrar ya una exigencia: gramática propia de la red, abreviaturas como LMAO (laughing my ass off) o PWOMS (parent watching over my shoulder) son parte del slang de la mensajería instantánea que aparece sin necesidad de explicación.

En 2004, Closer mostró un encuentro sexual en un chat room entre Larry (Clive Owen) y Dan (Jude Law), en el que Dan se hace pasar por una mujer. Al ritmo de La Cenerentola de Rossini, Larry y Dan intercambian abreviaturas propias de un chat, tales como nice 2 meet u,y demuestran cómo el teclado puede utilizarse para simular un orgasmo. Para la versión en teatro de Closer (1997), el dramaturgo Patrick Marber proyectó el chat al fondo del escenario y los dos actores tecleaban desde sus computadoras al frente, una solución sencilla y muy poderosa que abre tres espacios sobre el escenario: el chat, y las locaciones desde las que escriben Larry y Dan.

No obstante, las primeras interacciones en Internet de manera frecuente y esencial para la trama comenzaron en los años noventa. En The Net (1995), Sandra Bullock interpretó a una programadora que descubre a un grupo de ciberterroristas cuyo objetivo es infiltrarse en línea y robar información clasificada al gobierno de Estados Unidos. A través de esta película podemos recordar joyas como los floppy disks y la conexión vía módem. Todo evento que ocurría en Internet principalmente requería el uso de sitios web y correos electrónicos. Durante esa década, el thriller fue el género que más intentó mostrar al espectador la comunicación online que se daba entre dos o más personajes. Hackers (1995) y Copycat (1995) son dos películas que reflejan el placer del anonimato y la inmediatez que trajo consigo la red.  En Hackers un grupo de jóvenes programadores trata de exponer al creador de un virus que robará dinero a un corporativo mientras que, en Copycat, un imitador de asesinos seriales acosa a la investigadora a cargo de la investigación a través de una serie de correos electrónicos amenazantes.

A medida que las tecnologías de comunicación se han hecho más accesibles, las redes sociales han encontrado una presencia en la pantalla grande y chica, en todo tipo de historias. La película Chef (2014), dirigida por Jon Favreau, requiere que el usuario esté familiarizado con Twitter, por ejemplo. Favreau interpreta a Carl Casper, un chef que pierde su trabajo en un restaurante debido a un altercado con un crítico culinario, mismo que se vuelve viral en YouTube. Al tener que refugiarse en el anonimato, Casper decide incursionar en el negocio de los food trucks y comienza a recorrer las carreteras de los Estados Unidos a bordo de “El Jefe”, un camión en el que vende sándwiches cubanos. Su empresa gana notoriedad gracias a la promoción que su hijo pequeño hace a través de Twitter.

En Chef no sólo observamos cómo los personajes escriben tuits, como acción central, representados gráficamente como pajaritos azules que salen disparados al cielo, también vemos que a través de la página de Facebook de “El Jefe” se hace un recuento de los momentos y los días que lleva en carretera. El problema de Chef no es que haga de la interacción en redes sociales un recurso central, sino que la historia se entorpece con las explicaciones de las plataformas como Twitter o Facebook, que suenan a comercial.

Sherlock (2010) fue de las primeras series en ofrecer una solución efectiva para representar mensajes de texto en la pantalla: a través de una tipografía simple sobre la toma, la serie permite que veamos la reacción de los personajes al enviar y recibir información en el dispositivo. House of Cards (2013) sigue el mismo estilo, asumiendo que el espectador es versado en estos temas, al menos en mensajería instantánea, y hace uso del texto en globo sobre la toma de manera clara y concisa, usualmente en las esquinas, convirtiéndolo en el único diálogo de la escena.

En A Brief Look at Texting and the Internet in Film (2014), el videoensayista Tony Zhou explica que encontrar una solución creativa a este problema, además de hacer la trama mucho más dinámica y menos incómoda para el espectador, ahorra dinero: cada que un teléfono aparece en una toma requiere también de tiempos de postproducción. Es fácil suponer que, debido a la creciente digitalización de la sociedad, encontraremos formas nuevas de plasmar parte de esta tercera realidad, la del mensaje instantáneo. Esto resulta emocionante y confuso a la vez, ya que nos encontramos en una casa de espejos, tratando de reflejar la realidad de una pantalla en otra y esto quizás encuentre un límite. ¿Nos quedaremos sólo con el texto sobre las tomas como en Sherlock y House of Cards? ¿Cómo podemos mostrar un perfil de Facebook en la pantalla sin forzarlo como en Chef? ¿Será que únicamente podemos hacer referencia a un solo tipo de interacción en las redes sociales?

En estos ejemplos no sólo vemos una constante, sino una evolución. Se calcula que los millenials pasan de una a cinco horas online: las redes sociales son su principal fuente de información. El entusiasmo y agobio que nos causa pensar en las notificaciones que nuestro “yo” digital recibe, mientras calculamos cuidadosamente nuestras respuestas y seleccionamos meticulosamente nuestros avatares, tarde o temprano iba a encontrar una resonancia en el cine y la televisión. ¿Vendrá una mayor variedad de propuestas para representar estas interacciones?

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Maestra en filosofía, publicista y aficionada a la música clásica


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