El sueño de las baterías

Bolivia tiene el privilegio –o la desgracia– de poseer la mayor reserva mundial de lo que muchos llaman el "metal del futuro". 
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Bolivia tiene el privilegio –o quizá la desgracia– de poseer la mayor reserva mundial de litio, depositada en el Salar de Uyuni. Con el litio se equilibra a los pacientes bipolares, como se sabe, pero lo que cuenta es su uso en la fabricación de baterías eléctricas de gran poder, como las que hacen funcionar los celulares, las laptops y los automóviles ecológicos.

Algunos dicen, por esto, que es el “metal del futuro”.

Pero el panorama puede ser menos prometedor de lo que parece. La gente no está peleándose por comprar automóviles eléctricos, por una parte; y las baterías de litio se reciclan exitosamente, por lo que la demanda internacional no sobrepasa las reservas del único productor actual, la Argentina.

El litio boliviano, entonces, resulta todavía más futurista que el litio en general.

Pese a esto, los franceses y los japoneses están interesados en explotarlo, como una inversión de mediano plazo. Sus esfuerzos para hacerlo han sido sistemáticos, pero no han podido sortear un obstáculo formidable e impredecible: el humor de Evo Morales.

Como antídoto para la enfermedad boliviana por excelencia, que es la incapacidad de ir más allá de la pura extracción de recursos naturales, a Morales se le ha ocurrido exigir que la empresa interesada en obtener litio boliviano levante una planta de baterías en Uyuni.

Aquí es necesario tomar en cuenta que el país no produce automóviles. Tampoco licuadoras o planchas. Que compra toda la tecnología que emplea. Que incluso importa el metal que insume su industria de construcción inmobiliaria.

No es que los bolivianos sean ineptos; existen razones geográficas e históricas para lo señalado. Pero Evo Morales no las conoce. Él sueña con su planta de baterías embanderada con “la tricolor”, con sus baterías “made in Bolivia”. Y para él, así como para sus acríticos colaboradores, los sueños del “Jefazo” son la política del país.

Pese a su actitud aduladora, al final, japoneses y franceses rebotaron contra el Gran Capricho. Sus técnicos no se atrevieron a admitir que los autos de la Toyota o la Renault pudieran alimentarse con baterías que tendrían que ser trasladadas en avión para llegar a tiempo a alguna fábrica de estas firmas o de otras.

Pero la historia no acaba aquí. La idea de Morales no sólo quedará como una desmesura nativa. Ahora también hay otro involucrado. El Gobierno Bolivariano de Venezuela acaba de firmar un acuerdo con Bolivia para crear una agencia binacional que industrialice el litio en casa. Hugo Chávez, como el buen Rey Mago que pretende ser, concederá a Evo el regalito que desea…

O, mejor dicho, un vale que representa al mencionado regalo… a cobrar el año del cometa, cuando las alucinaciones se conviertan en realidad. 

 

(Fuente de la imagen)

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Periodista y ensayista boliviano. Autor de varios libros de interpretación de la política de su país, entre ellos El pensamiento boliviano sobre los recursos naturales (2009).


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