Libros que nunca existieron (y Borges)

Una lista de algunos libros que nunca existieron y su relación con Jorge Luis Borges
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Tal parece que a más de una persona ya se le ocurrió hacer un post sobre libros que nunca existieron. Una búsqueda rápida en internet motiva las siguientes conclusiones:

1.- Por alguna arbitraria razón, las listas de los libros que nunca existieron incluyen usualmente cinco libros, salvo en excepciones como ésta, en el que citan diez.

2.- Por lo general, las listas repiten los mismos libros –el Necromonicón es el más famoso– y los autores o editores no demuestran pudor a la hora de copiar textos publicados anteriormente, como éste, calco de este otro publicado un año antes.

3.- Hay listas que son igual de inasibles que su objeto de discusión.

4.- El artículo más interesante hasta ahora es, obvio, éste de la revista Muy Interesante.

5.- Jorge Luis Borges aparece en la mayoría de las listas como si fuera un libro. Ejemplo: El Necronomicón, El manuscrito Voynich, Jorge Luis Borges.

Hay otros libros inexistentes que nunca se mencionan. En ninguna lista, por ejemplo, se les ocurre poner la novela que Borges nunca escribió, hecho tan intrascendente que incluso ha merecido una mención en la entrada que Wikipedia le dedica al escritor argentino

A continuación se ofrece una lista de cuatro obras que nunca existieron y su relación con Jorge Luis Borges.

Macedonio Fernández

Museo de la novela de la eterna

Hay quien ha visto en Macedonio la más elaborada de las invenciones de Borges. El libro se publicó de manera póstuma en 1967, quince años después de la muerte de Macedonio. El Museo es una novela que no empieza nunca, que no quiere empezar. Es una puesta en práctica del arte de los paratextos, de la teoría novelesca de un autor que guardó celosamente los manuscritos del libro que empezó a escribir en 1925. Es una novela sobre la relación entre ficción y realidad, un laberinto que basa su dificultad en la manera explícita de mostrar las trampas de la escritura. En el Museo de Macedonio es posible encontrar esa atracción característica de cierta literatura por los proyectos que carecen de motivo o de meta. Para Macedonio no se trataba de escribirlo, sino de estarlo escribiendo. Una gran introducción a la novela es el Diccionario de la novela de Macedonio Fernández, editado por Ricardo Piglia, que es un gran admirador de Borges.

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Bernardo Soares

El libro del desasosiego

Debe ser frustrante que pases tu vida inventado heterónimos para que llegue la posteridad y en lugar de Bernardo Soares, en la portada del libro que nunca publicaste aparezca otro nombre. Fernando Pessoa, por ejemplo. Lo que se sabe es que Pessoa conoció a Soares en un pequeño restaurante que los dos frecuentaban. Allí se enteró del proyecto del Libro del desasosiego, una reunión de pasajes que el autor dejó incompleto y en desorden. Es probablemente el libro que Bartebly, el personaje de Melville, hubiera podido escribir. La primera edición del libro es de 1982, cuarenta y siete años después de la muerte de Pessoa. También se ha hablado de Pessoa como una invención borgiana.

 

Walter Benjamin

El libro de los pasajes

Se dice que Benjamin comenzó a redactar este libro en 1927. Su meta era componer un libro basado únicamente en citas. Se dice también que Benjamin quería sistematizar sus ideas en este libro que empezaría con el pretexto de analizar la vida en París a finales del siglo XIX. La edición que conocemos también fue publicada en 1982, un buen año para los libros inexistentes. Aquí se explican algunas relaciones entre Borges y Benjamin.

 

Umberto Eco

Teoría de la comedia

Es por todos conocido que el monje ciego de El nombre de la rosa es un homenaje a Borges, pero la novela de Eco es también un intento por llegar hacia una teoría de la comedia. En la entrevista que el escritor italiano le dio a The Paris Review, confiesa que un libro que nunca ha podido escribir, por la dificultad que implica, es una teoría de la comedia. Lo poco que dice al respecto es que sospecha que lo cómico es una reacción del ser humano ante la muerte y que El nombre de la rosa puede interpretarse como un intento por acercarse al tema desde el lado de la ficción.

 

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Es profesor de literatura en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia.


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