¿Cuestión de palabras?

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Noposí, mi buen —me dijo el taxista filósofo mientras de paso en su heroico y tosedor bochito (¿o vochito?) por la Avenida Aztecas veíamos unos bibelots esculpidos en rosada piedra de cantera que son dizque réplicas del “ángel de la Independencia” y que no se sabe quién las puso allí—, noposí, como que estamos oyendo tambores de guerra, lo digo porque el otro día don Peje, ahora fortalecido por la crema de la intelectualidad que le brinda su enorme apoyo espiritual, dijo que para defender al petróleo nacional va a lanzar brigadas y comandos de mujeres, miles de guerrilleras pacíficas del pejepresidencialismo, y pues hay algo que no cuadra en eso de la pacificidad y los comandos y las brigadas, que es una especie de contradicción en los términos, hice una incursión relámpago en mi tumbaburros, mi laroussito ilustrado, y leí que en primera acepción brigada significa unidad militar compuesta por varios regimientos o batallones y mandada por un general (que supongo que puede ser generala), y que comando en primera acepción significa formación militar de pocos efectivos encargada de misiones especiales (¿y para el caso mandada por una comandanta?), o séase que ambos términos son términos bélicos, queniqué, y pese a haberme ilustrado en mi indispensable petit dictionnaire, quedé como fuera de onda, como oyendo tambores no tan lejanos, y sigo algo desconcertadón, la verdad, porque yo entiendo que don Peje Central estaba hablando en términos más o menos metafóricos, y yo sinceramente no creo que de veras quiera emplear la fuerza de las armas ni desatar una guerra en serio, es decir literalmente hablando ¿no?, pero, aparte del hecho de que eso de regimientos y brigadas de mujeres pacíficas da así como idea de uso de escudos humanos, a mi parecer no hay que andar tentando al demonio que traen consigo las palabras, pues los pleitos de vecindario comienzan con los vecinos diciéndose de palabritas y luego se pasa a las palabrotas y luego a las mentadas de progenitoras o, para el caso, a los gritos de traidores al patio, o a la patria, y groserías así, y vienen los catorrazos, las cosas se descontrolan y en una de ésas acaece una debacle que puede ser como que dijéramos el prolegómeno de la guerrita formal, digo, de patio por lo menos, ¿no?

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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