Claves del laberinto sentimental

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Parece claro que las maneras de entender las relaciones sentimentales entre los individuos marcan el tiempo histórico. Somos seres afectivos, naturalmente inclinados a prodigar parte de nuestro ser, y además, a vivir liberados o aprisionados por esas mismas entregas y recogimientos. Y si bien parece que los modelos humanos del amor y la sexualidad se alteran poco en el tiempo –pensemos en Safo, Catulo y varias líneas de poesía bucólica-, las claves propias del contexto histórico terminan por perfilar ese delgado hilo que atrapa a los individuos.

He’s Just Not That Into You (2009), dirigida por Ken Kwapis, aparente comedia romántica típica de Hollywood, aporta elementos para exhibir una radiografía muy aproximada, desde una perspectiva femenina, de la maraña actual para lograr una interacción decorosa con otra persona en el plano afectivo. Por supuesto llama la atención el cast: Jennifer Aniston, Drew Barrymore, Jennifer Connelly, Scarlett Johansson, Ben Affleck y otros más, pero el film sería otra parada en la lista insustancial de la filmografía de Kwapis de no ser por la pulcritud narrativa de la historia, trenzada en torno a la ceguera dentro del laberinto emocional, la nula complacencia estereotipada del happy end y una cierta vena urbana, muy metafísica, próxima a Paul Auster y algunos lienzos de Edward Hooper. Extraño que en una comedia de esta naturaleza sea posible atestiguar tan de cerca la soledad contemporánea, absoluta y gélida, nacida en el ruido sordo del bar, en el orden simétrico del loft minimalista y en los lugares de adoración de los ídolos actuales, tan llenos de rostros sin alma.

Imaginemos, entonces, que avanzamos en una espiral, tocando a ratos el mismo punto (ignorando que lo es) y flotando entre nubarrones de duda, desconcierto y simulación. Ken Kwapis, horneado en el aprendizaje poco exigente de la televisión norteamericana –Malcolm in the Middle (2000), The Office (US) (2005)-, parte del sitcom habitual, cuya narrativa vive forzada a las exigencias del cronómetro, y se toma tiempo para cartografiar las inseguridades congénitas del ser humano en lo relacionado con los sentimientos y, a la par, para consignar ese arrojo vertiginoso imprescindible para lograr lo que se quiere. Otro mérito: el film está basado en el libro de Greg Behrendt y Liz Tuccillo del mismo nombre, un desaliñado volumen de autoayuda para mujeres desesperadas que, a su vez, deriva de una línea de diálogo de la serie Sex and the City. ¡Dios bendito! Y a la vez, imagino que Stefan Zweig, por ejemplo, acudiría a verla con absoluto interés.

– Luis Bugarini

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(ciudad de México, 1978) es escritor y crítico literario.


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