Trino: Una dosis diaria de humor

Una entrevista con el célebre monero, autor de "Historias del Rey Chiquito".
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Un avión aterriza. La azafata de un vuelo extraterrestre le da la bienvenida a la Tierra a los pasajeros y les da instrucciones antes de iniciar el descenso. “Bajen la persiana de la ventanilla”, “abran el aire acondicionado”, “y por favor, nunca voten por el Niño Verde y su partido ecologista".

Seis días a la semana, Trino Camacho dibuja una tira humorística, rara vez se refiere a personajes de la política partidista y no suele caricaturizar a figuras públicas. Se dice admirador del cartón político que se hace en México, del trabajo que se publica en los principales diarios, aunque a veces, no puede evitarlo, el resultado le parece “demasiado amargo”.

“Su posturas son diferentes, pero son tan profesionales los unos como los otros y puedo estar de acuerdo o en desacuerdo con ambos. Aunque yo prefiero estar en medio. No me gusta esto de ser blanco o negro; ‘eres de izquierda o derecha’, ‘eres de López Obrador o estás en contra de López Obrador’”.

Por eso, asegura, no aspira a ser una autoridad moral ni convertirse en una suerte de conciencia crítica del país con lo que dice en sus tiras. “Yo me digo monero, porque no soy buen caricaturista. Creo que a veces en las ‘Historias del Rey Chiquito’ o en algunas otras tiras me doy una licencia para hablar un poco más acerca de la política, pero muy de refilón y dentro de un contexto completamente irreal.

“A veces te podrá parecer que el rey es Peña Nieto y los lugones son la izquierda. Puedes darle la interpretación que quieras; sin embargo, a mí lo que me interesa es hacer crítica ácida, con humor, sin caer en pretensiones didácticas”.

Por eso, subraya, se aleja de fobias políticas. “Yo no estoy en contra de nadie, aunque tenga mis favoritos. Me gustaría que algún día ganara la izquierda, pero es por el simple derecho a saber, de apostar a otra cosa y quizá darme cuenta al final de que de las tres opciones ninguna le conviene al país. Pago por ver, como dicen en la baraja”.

 

Tira de miércoles. El ladrón de banco se acerca a la cajera y le da una carta. “Excelentísima y distinguida guardián del papel moneda, someto a su amable consideración el que me proporcione una talega con papel pecuniario dentro… Posdata: ¡Qué buen par de chicharrones se carga! Presta pa’ la orquesta, ¿no?”.

Las “Fábulas de policías y ladrones” nacieron en 1993 en el desaparecido diario Siglo 21, en medio de una crisis de inseguridad en Guadalajara. Trino le propuso la idea al director del periódico, quien, escéptico, pensaba que el tema daría para apenas seis meses. Veinte años después, la tira sigue. “Siempre encuentro tema en las cárceles, en los asaltos, en los policías que están en la patrulla haciéndose pendejos”, dice, aunque prefiere abordar el tema desde una perspectiva casi romántica: el asaltante en pleno nuevo milenio que aún se lleva como botín una bolsa de dinero.

De algo está seguro en el contexto actual: “No quiero hacer chistes sobre narcos. No dan risa, no es chistoso”.

Trino compara su trabajo con la disciplina de salir a hacer ejercicio más allá del estado físico y de ánimo: “Yo creo que es lo que pasa con los cartones: hay días que los corro y hay días que los camino”. Reconoce que hay ocasiones en el que el día sale mal y los cartones no salen como quisiera; “y los mando, ni modo. Sin embargo hay gente a la que sí le gustan, que me preguntan cómo se me ocurrió la idea. Lo maravilloso es que eso ya no te corresponde a ti; cuando el cartón sale publicado, pasa a ser del público que te sigue y que le da una interpretación que no esperas“.

La entrevista con el monero se da mientras promueve su libro ¡Viva la familia!… Pero bien lejos. Al mismo tiempo, sus dibujos aparecen por toda la ciudad de México en anuncios, mobiliario urbano y espectaculares como parte de la campaña de una marca de agua purificada. No deja de publicar, cada mañana, puntualmente, sus dibujos están en el periódico: martes y jueves, “Crónicas marcianas”; lunes, miércoles y viernes, sus “Fábulas de policías y ladrones”; los domingos, las “Historias del Rey Chiquito”.

Es inevitable preguntarle sobre su capacidad de trabajo. “Tengo disciplina, capacidad de síntesis, de imaginarme cosas”; de esos tres elementos sale una dosis diaria de humor para un cartón. Los límites de su trabajo, empero, están claros: “No es que no apoye, pero no quisiera hacer nunca un cartón para la campaña política de nadie. No voy a hacer publicidad ni de partidos políticos ni de comida chatarra, refrescos o cigarros”.

Como parte de la promoción de su libro, en el cual advierte cómo la tecnología se ha insertado en la convivencia diaria —y en algunos casos cómo ha venido a darle al traste a las relaciones—, el monero admite que debido a su aparición en programas de radio y televisión le llegó toda clase de insultos. “Twitter es una especie de democracia mal llevada. Todo el mundo tiene derecho a opinar. Está poca madre. Pero también se aprovechan porque desde el anonimato te pueden ofender de manera absurda”.

Y el incidente se exorciza con humor. Tira de viernes. Un asaltante entra al banco y antes de hacer nada divide a los clientes en dos grupos: del lado izquierdo a los que están en Twitter y del lado derecho a los que están en Facebook. “¡Sólo voy a asaltar a los que están en Twitter! ¡Y así voy a seguir asaltando… hasta que le entienda a esta cochina red social!”

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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