Arcadi Espada: diario de un inconformista

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Con el aire inequívoco de un moralista francés, dispuesto a pelearse con quien haga falta para demostrar que el mal uso de un adjetivo puede ser consecuencia de un desorden moral, Arcadi Espada ha emprendido la creación de una obra literaria que es, desde su génesis, un experimento. Autor de libros memorables como Contra Cataluña, Raval y Diarios —que le valió el premio Espasa de Ensayo en 2002—, Espada está redactando un nuevo tomo de reflexiones diarísticas en forma de blog: una página Web en la que a diario, “casi siempre antes de las once de la mañana”, expone en público su particular lectura de los periódicos del día. Así pues, en www.arcadi.espasa.com ajusticia la retórica de un nuevo alto cargo del Estado, se mofa de los ardides objetivistas del periodismo gráfico y pone a parir los tics narcotizantes de la prosa de los periódicos. Nada que no hubiera hecho hasta ahora, pero con una novedad: lo hace desde Internet, a bocajarro, vetándose la tranquilidad que otorga la corrección, en frío, de unas galeradas. Y todavía más: albergando a través del Nickjournal —una exitosa sección de su página Web en la que los lectores de sus textos pueden opinar sobre lo que ha escrito— la contestación inmediata de una media de 150 comentaristas virtuales que glosan, alaban o deploran lo que a Espada se le ha ocurrido durante el desayuno. El resultado de este experimento será publicado en forma de libro el año que viene.

Escribe usted su blog a partir de las fallas que detecta en la prensa.
     Sí. Pero en contra de lo que creen algunos, yo no analizo las erratas que se publican en los periódicos. Mis análisis son de carácter semántico, es decir, moral. Me gusta mucho citar a Valéry y decir que la sintaxis es un valor moral, pero lo cierto es que esta frase tiene una confirmación empírica. Casi siempre las quiebras del sentido, de la sintaxis, dejan entrever una quiebra moral.
      
     Pero eso es tanto como afirmar que, moralmente, los diarios son estupidarios.
     Los periódicos son un sumidero de idées reçues. Tienen mucho de conjura de los necios. Sus errores están en muchos casos provocados por la inercia y la necedad. Pero también se producen errores deliberados, de raíz ideológica. Hay quien considera que los periódicos se rigen por las conspiraciones de los malos, por sus cálculos…

En cualquier caso, usted ha decidido reflexionar sobre estos errores escribiendo un libro en público, sin otorgarse la posibilidad de corregir, no ya su propia sintaxis, sino sus juicios morales.
     Esto es algo que me preocupa poco. Mi blog es un diario que tiene la rareza de que se hace en público, de tal modo que los lectores pueden ir viendo el work in progress. Cuando publique el libro, que será una antología de lo escrito, voy a acompañarlo de un disquete con la versión diaria, porque me parece que es interesante que los lectores puedan analizar cómo ha ido cambiando mi escritura, cómo se ha ido resituando. Escribir un libro en público tiene muchos problemas, pero el de la rectificación no me preocupa. Sí lo hace otro, por ejemplo: yo creo que la descripción de la intimidad, como decía Josep Pla, es el principal problema literario. Yo nunca me he dedicado a la escritura de la intimidad, porque mis trabajos siempre han versado sobre asuntos públicos. Pero a pesar de ello, en los meses que hace que llevo el blog, no he sabido dar con una voz que fuera más cercana a la intimidad, a la cotidianidad… No lo he conseguido hasta ahora y no sé si lo conseguiré. Lo cierto es que no puedo olvidarme de que mi escritura, en este caso, responde a un proceso determinado: yo escribo un documento Word que de alguna manera pertenece a mi intimidad, pero inmediatamente se cuelga en Internet y se convierte en algo público.
      
     Entonces, la frontera entre lo íntimo y lo público se difumina.
     Mis diarios son una reflexión sobre lo público. Pero vuelvo a mi opinión sobre la prensa: así como creo que no se puede escribir periodismo sin reflexionar sobre los mecanismos de producción del mensaje periodístico, me parece que se debe explicar quién es uno a la hora de contar lo público. Creo que el yo, en contra de lo que opina el pensamiento reaccionario, no es una muestra de prepotencia. El yo es una muestra de precariedad. Porque es un yo exhibido y por lo tanto sujeto al comentario, a la vulneración. Ese yo, en una aventura como la de mi blog, es importante, y a mí me gustaría encontrar la manera de que circulara con más naturalidad. Que la gente supiera qué cosas hago, cuál es el rastro de mis opiniones. Entre otras cosas porque creo que Proust estaba equivocado en su polémica con Saint-Beuve. Saint-Beuve ha acabado teniendo razón. Por mucho que Proust dijera que la obra no es hija de un ser social… Eso es pura retórica. El proceso mediante el cual la vida de un escritor, aun para impugnarla, se convierte en materia literaria, es uno de los procesos más fascinantes de la literatura, quizá el que más.
      
     Eso recuerda las reflexiones de Pla sobre el periodismo y la autobiografía.
     Yo tengo dos cosas muy claras con respecto a mi poética. Una es la absoluta convicción de que cualquier relato periodístico ha de interrogarse sobre los mecanismos que lo producen en el mismo relato. La segunda es que esta deconstrucción debe utilizarse también con respecto al yo.
      
     ¿Pero eso no convertiría toda noticia o apunte autobiográfico, por breve que fuera, en una larguísima crónica?
     ¿Y qué? Uno de los problemas del lenguaje periodístico es su carácter narcotizador. Aunque yo estoy en contra de los injertos entre novela y periodismo, el new journalism surgió en respuesta a este hecho. Y es que cuando escribes “Cuatro magrebíes mueren al volcar la patera…” lo más probable es que el lector se acabe perdiendo en la hipnosis de la frase y olvidándose de los magrebíes. Y la obligación de todo periodista es rescatar el mensaje de la hipnosis.
      
     Volvamos al blog. Una de las cosas que más sorprenden de él es la cantidad de comentarios que suscita entre los lectores. Tiene asiduos que le responden y comentan sus opiniones con una inmensa seriedad.
     Sí, muy en serio. Una de las grandes novedades del libro que publicaré el año que viene es que va a incluir muchos fragmentos de los comentarios. En el blog se han producido dos cosas que me parecen muy importantes. En primer lugar, su recepción genérica, que ha superado todas las expectativas. En estos momentos, la Web recibe cada día casi dos mil visitas, aunque el número real tal vez sea superior porque éste es el número de ip que se conectan. Y después la creación de una comunidad virtual de valor extraordinario. Al principio la sección se llamaba Comentarios, pero me he visto obligado a cambiarle el nombre, por coherencia, y ahora se llama Nickjournal, porque se ha convertido en un periódico diario de gente que escribe bajo un nick.
      
     Veo, pues, que le ha cogido gusto a escribir en Internet.
     Por supuesto. Cuando tengo uno de mis delirios mañaneros, después de leer los periódicos y ponerme como loco, puedo ir a Internet y colocar, detrás de una palabra, fotos, fragmentos de radio, enlaces. Eso, para un escritor de diarios, es maravilloso Estoy fascinado con las posibilidades que tiene con la escritura. Y luego está la relación con el lector.
      
     Que a mí me parece semejante a la que Montaigne proponía en sus ensayos.
     Claro. Montaigne escribe su obra porque se le muere La Boétie, el amigo con el que conversaba. Y a mí me parece que Internet no es más que una gran conversación, la recuperación de la conversación como instrumento de conocimiento. Y tiene la virtud de que todo descubrimiento que se haga en ella está sometido al empirismo inmediato. Además está lo del nick: es cierto que ensalza la libertad de calumnia, pero acaba con un vicio muy pernicioso de la cultura, que es el argumento de autoridad. Internet es lo más importante que le ha sucedido a mi vida intelectual en los últimos años. –
     — Ramón González Férriz

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(Barcelona, 1977) es ensayista y columnista en El Confidencial. En 2018 publicó 1968. El nacimiento de un mundo nuevo (Debate).


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